Sobre
populismo: La parte teórica de la cuestión. (Sobre teorías de Ernesto Laclau y
Gloria Álvarez)
Daniel Favieri
En
este breve texto, me propongo esbozar, mediante la teoría empírica, el
significado del populismo. De esta manera, el acercamiento mediante
contraposiciones de tendencias sociales (como la de Ernesto Laclau) o bien más
críticas (como la de Gloria Álvarez), determinará cuál es la definición pura
del POPULISMO en el mundo.
Debemos
decir en principio, que el populismo ha sido a través de la Historia, una
columna vertebral necesaria para el sostenimiento de Instituciones, Estados y
hasta incluso castas sociales.
Bien
se podría catalogar de populismo aquellas manifestaciones populares del tirano
griego Pisístrato, quien en el siglo VI a. C manipuló a las masas populares con
obras públicas en Atenas y el primer teatro. También la actuación de las
juventudes de la antigua Roma, en donde se garantizaba un mecanismo político -
publicitario que funcionaba como nexo entre las masas y los gobernantes. En la
época de la colonia, aquellas reformas anti populistas de los borbones fueron
las que rebalsaron la ira de los criollos quienes encontraron de manera
concreta la excusa perfecta para el liderazgo del populacho. Pero si de
populismo hemos de hablar, el peronismo es el claro ejemplo latinoamericano
mediante el cual cualquier teoría puede ser, en comparación, un contraste
sublime y estimulante.
Hemos hablado de una
dinámica del funcionamiento de la sociedad desde arriba hacia abajo, mediante
el cual la dialéctica del poder debe contener nexos claros de entendimiento con
el pueblo para, de esta manera, romper con la estrecha separación de lo popular
con el poder de turno. Si esta dialéctica falla, entonces no se da el populismo
y se genera un vacío de poder con presiones que funcionan a la inversa: Desde
abajo hacia arriba. Llámese Julio César o Perón.
Ernesto
Laclau realiza varias comparaciones con fundamentos científico – sociales para
arribar a una conclusión mucho más profunda de lo que significa el populismo.
No solo analiza izquierdas y progresismos, sino que también hace hincapié en
derechas y ultra derechas. (Inclusive el nazismo).
Por
otro lado, Gloria Álvarez centra su mirada en el eficiente funcionamiento de
las izquierdas latinoamericanas, poniendo su eje en los sistemas de corrupción
y manipulación mediática que permite el dominio de “lo popular”. (Entiéndase
izquierdas desde miradas auto impuestas por sus mismos líderes)
Para
Laclau, la utilización de ciertos procedimientos imprescindibles para la causa
populista, debe ser infalible. Algunas de las cuestiones analizadas le permiten
integrar en un mismo análisis los usos del lenguaje,
mediante el cual el populismo debe acercarse a un discurso social con los recursos
necesarios y confiables para llevarlos adelante. De aquí se desprende el orden del discurso: depende a quién
se quiera captar será estructurado ese discurso. Cuánto más fácil sea el acceso
de las masas al mismo, más expandible será ese pensamiento. Así, la utilización
de los medios masivos de comunicación
es otro de los factores imprescindibles para el acceso al dominio de las masas,
mediante publicaciones, diarios, libros, revistas, tv, diarios que defiendan
con vehemencia las causas que representan.
A
la vez, el avance sobre las clases no debió de ser exclusivamente hacia los
estamentos más bajos. Debieron de apuntar al hombre trabajador medio. Pero no
será sino por una heterogeneidad de ideas por las cuales este populismo habrá
de triunfar. Sin esa heterogeneidad, no se lograría el consenso social
adecuado.
Así
se expresa Ernesto Laclau sobre Perón: “El gobierno popular peronista fue derrocado
en septiembre de 1955. Los últimos años del régimen habían estado dominados por
un desarrollo característico: el intento de superar la división dicotómica del
espectro político mediante la creación de un espacio diferencial totalmente
integrado. Los cambios simbólicos en el discurso del régimen son testigos de
esta mutación: la figura del descamisado (el equivalente argentino del sans –
cullotte) tendió a desaparecer para ser reemplazada por la imagen de la
comunidad organizada. La necesidad de estabilizar el proceso revolucionario se
convirtió en el leitmotiv del discurso peronista, no solo en el período previo
a 1955, sino también en los años siguientes. En 1967 Perón envió una carta en
donde decía que toda revolución atraviesa tres etapas: La primera, la
preparación ideológica (Lenin), la segunda la toma del poder (Trotsky) y la
tercera la institucionalización de la revolución (Stalin). A lo cual añadía que
la revolución peronista debía pasar de la segunda etapa a la tercera”. [1]
Inevitablemente
el golpe del 55´ cambiaría el orden de las estructuras y, para comenzar a
pensar en la conformación del populismo, debía pensarse un “peronismo sin
Perón” a través de la mancomunación de partidarios de distintos sectores.
Sin
embargo, la retórica peronista capacitada incluso para enfrentarse con el
mismísimo Papa católico, logra su regreso en el 73´ a través del sostenimiento
de aquel discurso popular del que se había valido en sus anteriores gobiernos
(lejos ya de toda capacidad de liderazgo absoluto). Quizás validado por un
recuerdo nostálgico de años anteriores.
De aquí podemos desprender
entonces que el populismo, a través de su carácter discursivo y mediático (y
mediante la re conceptualización de valores impregnados y modificables de la
sociedad), actúa sobre diversos vacíos de poder que ejercen una presión desde
abajo, legitimando la hegemonía del líder carismático que logre capitalizar las
necesidades del momento. En ese sentido, la obra pública y el “embellecimiento”
discursivo y arquitectónico de una provincia o ciudad, el sistema de planes
sociales y el márketing estadístico, envalentonan el liderazgo de un individuo
por sobre una Nación. Pero, como clara arma de doble filo, esa legitimidad
también puede ser removida ante incumplimientos varios y legitimando una
antítesis de ese factor planificado.
La
visión de Gloria Álvarez, en otro orden y momento, se aboca a ideas más
generalizadas. En principio caracteriza al populismo como símbolo de las
izquierdas, enfocando su ascenso en una manipulación más lineal de las clases
pobres.
Con
su base en el fracaso de las democracias y el republicanismo, adapta su visión
al manejo indiscriminado de un solo líder que se erige por sobre el pueblo
atentando incluso contra toda ley, Constitución o medios de comunicación con el
único objetivo de hacer “lo que el líder populista quiera”.
La
inflación, en la teoría de Álvarez, funcionaría como un aparato generador de
más pobreza que dotaría de mucho poder al líder. Menos Educación sería uno de
los procedimientos más habituales para asegurar una construcción imprescindible
para ese poder.
Para
ella, el bienestar del pueblo es imposible, ya que las promesas incumplidas
solo les dan la garantía de un progreso rápido y conciso a los funcionarios de
gobierno que, mientras el pueblo se empobrece, mejora su calidad de vida y sus
lujos.
El
autoritarismo de esos gobiernos se manifiesta en el pueblo en su carácter de
súbditos y en su ordenamiento social se presentan de manera hegemónica ante
plazas repletas de gente.
Gloria
Álvarez insiste en que líderes como Perón o Kirchner, “toman una parte de la
población y la vuelven el enemigo interno que junto con el enemigo externo
(USA) se transforman en lo que los populistas llaman el anti pueblo. En cada
discurso el populista busca insertar odio en la sociedad”. [2]
Todo
aquello que el populista considere inadecuado será cambiado en nombre del
pueblo, mientras que todo aquel que se oponga será claramente catalogado de
anti pueblo. Aquí funcionaría el “adoctrinamiento masivo”.
De esta manera, Gloria
Álvarez atribuye al pueblo una tipología bastante minimizada para la cual no
haría falta una construcción en base a un apuntalamiento desde arriba hacia
abajo, sino que este (el pueblo) sería más bien pasivo. Ante la posibilidad de
adoctrinamiento, según Álvarez, el pueblo actuaría como hipnotizado ante el
carisma de sus líderes.
Tanto una visión como otra
permiten vivificar dos cuestiones: la primera es que el líder populista no solo
puede pertenecer a un partido de izquierda (también entendido como progresismo),
sino que incluso puede ser un dictador, un liberal o bien un falso líder
impuesto por el mercado. Y la segunda es que este líder deberá ser, sí o sí, legitimado
por el poder popular.
El pensamiento sobre el
que se fundamenta Álvarez, difiere de lo establecido por Laclau. Para éste
último, la heterogeneidad del líder es indispensable para imponer ideas desde
construcciones pensadas en base a un funcionamiento social predeterminado. Una
vez entendido ese funcionamiento, se establecen las prioridades y se instaura
un plan de ascenso ante el pueblo que, en una última instancia, adherirá
paulatinamente a la causa.
Por supuesto que las
visiones son distintas, pero ambas entregan al poder popular el dominio de lo
Nacional. Sin embargo la visión de Ernesto Laclau se vuelve más científica y
flexible a la hora de garantizar la siguiente cuestión: cualquier líder
político de la actualidad puede tener en sí mismo la clave de “la razón
populista”. Sea por izquierda o por derecha, dictatorial o progresista, de
alguna manera la masividad del trabajador medio hacia abajo es la virtud del
poder hacia arriba. La concentración de éste se vuelve el aspecto más curioso e
indescifrable de esta cuestión a tal punto que la objetividad carece de miradas
adeptas. Pero para eso, ya no deberíamos hablar de populismos, sino de un
análisis del fenómeno psicosocial.
En definitiva, la mirada
de lo que pueda ser el populismo, deberá ser sustentada por el ojo crítico del
pueblo, quien es el verdadero termómetro de la sociedad. El populismo no es un
hecho aislado ni es negativo. Depende de la forma en que los líderes ejerzan su
poder. Hasta el momento, este movimiento no ha podido separarse de lo que en
Argentina denominamos “clientelismo político”. Es una tarea pendiente.
[1]
“La razón populista”. Ernesto Laclau Editorial FCE. 2005. Página 266.
[2]
“Aprender Volando: Populismo vs República” Gloria Álvarez. https://www.youtube.com/watch?v=MZYEFNMdxG4