Jueves, 22 de
febrero de 2018
Desde
hace varios años en las encuestas, las instituciones del país vienen bajando
sus niveles de favorabilidad. Se salvan como siempre: el ejército, la iglesia y
en algo la Policía.
Durante
gobiernos anteriores instituciones como: la Procuraduría o la Fiscalía gozaron
de cierto prestigio, otras tradicionales como el Congreso y la Presidencia,
siempre tuvieron mala imagen, a excepción de Álvaro Uribe. Sin embargo, no se
conocía en décadas una imagen tan negativa en casi todas las instituciones del
Estado; pasando por las altas cortes, los ministerios y hasta el mismo Sena;
así surge la pregunta: ¿cómo se llegó a semejante situación?
La
respuesta no es fácil pues la causalidad habría que estudiarla a fondo, pero se
puede decir que tiene correlación con: la corrupción, la falta de gestión y
sobre todo la parcialidad o politización de algunas de ellas.
Como
hace mucho no pasaba, se destaparon bastantes escándalos de corrupción pasando
por el favorecimiento de grandes contratos estatales a particulares que no cumplían,
el más sonado de ellos: Odebrecht, en donde se vieron salpicados distintas
partes del gobierno y hasta dos ministras; se descubrió el cartel de la toga y
todavía se investigan contratos irregulares por parte de la fiscalía anterior.
Y lo peor, sin vergüenza alguna dentro del gobierno se habla abiertamente de la
mermelada y las cuotas burocráticas.
La
falta de gestión es evidente ante nuestros índices que crecen lentamente, pero
otros como el de la exportación de coca están disparados, la economía que venía
siendo manejada de manera juiciosa incluso en los peores gobiernos, se vio
afectada con una reforma tributaria y con un crecimiento en el cupo de
endeudamiento. La Cancillería tampoco goza de grandes afectos a pesar de la
gran inversión en nuevos consulados y embajadas. Tal vez, porque para tener una
posición internacional se necesita sonreír pero también firmeza.
Pero
de todos tal vez el campo más preocupante es el de la politización de las
instituciones. En los corredores se habla de nombramientos por el pago de
favores políticos, causa reciente de la protesta en varios consulados. De
fallos judiciales con carga ideológica y de persecuciones orquestadas por
ellas; para algunos resulta al menos suspicaz que la anterior Fiscalía pasara
por alto varios delitos pero que investigara con ahínco los de la oposición,
resultó curioso que candidatos abiertamente de izquierda terminaran apoyando la
reelección del actual presidente y después acabaran de ministros; y resulta
curioso también que a dos semanas de elecciones resulten tantas nuevas
investigaciones en contra de los grupos contrarios al gobierno.
La
crisis y la falta de credibilidad en las instituciones es peligrosa; da vida a
nuevos caudillos populistas y hace decrecer la inversión extranjera. Recuperarlas
y darles credibilidad debe ser tema principal de los próximos gobiernos, si no,
su descrédito terminará por acabar los cimientos de la actual democracia.