Por Profesor Daniel Favieri Tuzio
Resumen
Retomando algunos trabajos anteriores, la
Democracia en Argentina durante el período 1983 – 1989 pareció ser un momento paradigmático
para el país.
Luego de la dictadura militar que había
sacudido a las estructuras políticas, económicas y sociales de la Nación, la
apertura del sufragio y la posterior vuelta de la Democracia, elevaron a la
presidencia a Raúl Ricardo Alfonsín.
La Argentina se preparó entonces para recuperar
parte de una identidad perdida, pero también, para abrir paso nuevas formas de
expresión.
En este artículo, me propongo revisar el
contexto histórico en el cuál se desarrolló la cultura del rock en la Argentina
y la relevancia del nuevo período democrático para el definitivo
establecimiento del mencionado estilo musical en donde, dentro de un mismo
espacio, convivieron culturas antagónicas que, en definitiva, irradiaron de un
sentir nacional a nuestra sociedad. Por otro lado, no podemos dejar de
mencionar en este artículo la importancia del gobierno radical para la
consolidación de una Democracia con intenciones de perdurabilidad.
Introducción
El retorno de la Democracia en la Argentina,
produjo uno de los mayores acontecimientos de nuestro país. En octubre de 1983,
no se dio inicio a una nueva presidencia, sino al intento de una mayoritaria
parte de la población, de torcer el rumbo al que la habían acostumbrado a lo
largo de los años.
Es que, innegablemente, la Democracia en la
Argentina (luego del golpe a Hipólito Yrigoyen en 1930) había sido endeble y
custodiada por el aparato militar que, por caso, había sido la forma mediante
la cual los grupos políticos más conservadores habían retomado el poder en la
Argentina.
Repasemos brevemente a qué se oponía el
conservadurismo por aquel entonces (y teniendo en cuenta el predominio de los
nuevos líderes populares) y contra qué chocaban las aspiraciones democráticas.
En 1928, Yrigoyen había vuelto a ganar en
sufragio y como un consolidado líder de masas (su primer período presidencial
había sido entre 1916 y 1922). Pero en 1930, un Golpe de estado llevado adelante
por Uriburu, derroca al gobierno radical. En 1945, las masas populares pidieron
la liberación de Juan Domingo Perón, que se alzaría con la presidencia de la
Nación para luego ceder el poder en 1955 ante un nuevo Golpe de estado. Luego
de dos truncos períodos democráticos (Frondizi e Illia) y la muerte de Perón,
el golpe militar de 1976 y el terrorismo de Estado (sumado a la inserción del
Neoliberalismo mediante dictaduras en América) hizo cenizas las libertades
ciudadanas y los Derechos Humanos de la región.
Así, hablar de una Democracia fuerte y
asegurada en la Argentina (como en otros países de Latinoamérica) parece más
bien expresar, sin lugar a dudas, una incongruencia. Al menos hasta 1983.
“En síntesis, en la dinámica de este juego
político, nuestra democracia no fue capaz de consolidar entre 1916 y 1983 un
poder legítimo y una cultura política que la sostuviese. Conviene recordar que
los cambios en la cultura política de una sociedad no se producen, en general,
tan abruptamente. Por eso advierte Norbert Lechner que una cultura democrática
es el resultado de un proceso histórico que requiere de un tiempo para poder
desarrollar costumbres y creencias en las que pueda apoyarse la construcción
institucional de la democracia. La legitimidad de las instituciones
democráticas supone la maduración de una cultura cívica que, a su vez, se basa
en el funcionamiento eficiente y duradero de las instituciones”. [1]
En este análisis puntual, la Argentina no contó
hasta 1983 con una Democracia duradera, y mucho menos pacífica, que le permitiese
consolidar los pilares necesarios para sostenerla.
Las tensiones sociales previas a 1916 (durante
el predominio del Estado conservador, sobre todo), fueron pronunciando con
sinuosidad una brecha democrática entre quienes detentaban el poder y quienes
pretendían nuevos derechos. Para 1943, el pragmático cambio de Juan Perón hizo
del Estado argentino un espacio de reconfiguraciones que llevaron a los
trabajadores a un lugar de privilegio e incluso a concebir al Estado de una forma
más completa, con nuevos actores sociales que se sumaron.
Sin embargo, el atenuante de aquellos años puso
en evidencia que la Argentina mantenía entre sus lustros una puja violenta que
tampoco había sido erradicada. El concepto de igualdad no se proponía desde
todos los sectores políticos y la crecida de la violencia, sumado al golpe del
55´, puso en tela de juicio el orden Democrático.
El retorno de Perón, con los sucesos violentos
de Ezeiza, no hizo más que evidenciar que el ex presidente retornaba a una
Argentina que había cambiado cuando él dimitió.
El Golpe de Estado de 1976 supuso ser la
búsqueda de un orden perdido en la Argentina. Sin embargo, el Terrorismo de
Estado impuesto atrajo una respuesta violenta desde “abajo” y un proceso
mediante el cual los desaparecidos, el robo de bebés y la inserción del
Neoliberalismo socavaron los pilares sociales del país.
Reynaldo Bignone culminaría su mandato con
401,7 % de inflación, empresas argentinas fundidas y una Deuda externa sin
precedentes. En 1983, Raúl Alfonsín le ganaba en elecciones a Ítalo Luder del
Partido Justicialista y se iniciaba así un período mediante el cual el nuevo
presidente de la Argentina prometía “cien años de Democracia”.
Durante esos tiempos (y hasta 1983) el rock
nacional de Argentina había solidificado un estilo. En sus inicios [2],
el estilo Beat y Shake habían dominado la escena. Pero más tarde, la canción de
protesta, dentro de un rock más progresista, fue el formato que le dio un
definitivo estilo socio – político que quedaría impregnado para siempre.
Durante los tiempos del Terrorismo de Estado de
1976 – 1983, muchos artistas como Charly García, León Gieco o Virus entre
otros, habían sido censurados. Ya sea por lo que decían o, simplemente, por su
estética y la impronta misma del rock que desataba opiniones diversas sobre las
bondades de su música.
Bajo esas formas de represión de la cultura,
Argentina fue naturalizando un proceso militar que, sin lugar a dudas, intentó
por todos los medios el Genocidio cultural.
Luego de lo sucedido en la Guerra de Malvinas,
la Dictadura (que ya se encontraba con mucha reticencia) debió devolver el
poder a la sociedad. Sobre la recuperación de la Democracia, Andrés Calamaro explicó:
“Estoy intentando recordar... y mi primer
recuerdo es con Miguel Abuelo. Cuando asumió el Doctor Don Raúl ya no sentíamos
la presión de años anteriores, la tranquilidad estaba, apenas, más instalada en
la calle, aunque sufríamos suficiente presión policial, siempre por asuntos
relacionados con posible tenencia narcótica. Mi sensación es que la represión
social y política, por entonces, ya estaba orientada a eso: a la presión
callejera, los sobornos y el maltrato del ciudadano joven y diferente. Sin
embargo, ya habíamos conquistado nuestros espacios y fumábamos tranquilos en
nuestros bunkers. El recuerdo en concreto, el del momento exacto, es volviendo
de un show en el sur de Buenos Aires, donde tocábamos muchas veces por año.
Cuando ya juntábamos mucho público, y la gente se tiraba
"literalmente" encima de nosotros, alquilamos una custodia policial
que venía en un Torino gris, que nos cuidaba de posibles bardos y nos
custodiaba, de paso, de interferencias policiales. Volvíamos a Capital con el
micro, y la gente cantaba "Alfonsín, Alfonsín". Estábamos sentados en
el mismo asiento, Miguel y yo, y nos miramos con picardía; estábamos en un buen
momento, tocábamos y nos divertíamos tocando, y llegaban tiempos incluso
mejores. No sin cierta ironía sacamos nuestras cabezas por la ventana y nos
sumamos al coro popular: éramos la encarnación viva de la democracia, y veníamos
a liberar al pueblo de su propia represión espiritual (y sexual), ya instalada
en su psiquis. ¡Nos reímos un poco y convivimos con el regreso de la
democracia! Después sufriríamos las mismas decepciones que todos. De la
primavera cívica al Plan Primavera: otra quimioterapia nacional”. [3]
En ese contexto de país, los nuevos movimientos
del rock cambiaron la esencia y acompañaron a la nueva Democracia desde una
nueva forma de concebir el arte y las ideas.
“La democracia (en consonancia con el gobierno de
Alfonsín) logró que el rock nacional se difundiera a mayor escala a tal punto
que el mercado se interesó por el mismo, debido al potencial comercial en el
que se encontraba. En términos de Canclini, el consumo cultural se erige como
un conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en que el valor simbólico
prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o de al menos estos últimos se configuran
subordinados a la dimensión simbólica”. [4]
Tal es la apreciación citada que, bajo la marca
musical de Soda Stereo, el mercado discográfico argentino produce un cambio
sustancial para el resto de Latinoamérica. El rock argentino se abría por
completo a Latinoamérica. Y nuestra cultura también.
Jóvenes y Rock, la cultura argentina.
En la introducción hablé de la brecha social
existente a través de la línea cronológica de la historia argentina y, por
supuesto, de las distintas formas de gobierno. Mientras, en ese mismo texto, di
cuenta de la configuración del rock en Argentina, un movimiento cultural englobado
dentro de un probable Genocidio cultural por parte de las sendas dictaduras
pero que, a raíz de la Guerra de Malvinas y la prohibición de toda música que
no fuera en español, tuvo un lugar de relevancia y masividad que lo protegió de
toda censura.
Sin embargo, no podemos quedarnos con tal
apreciación como única y definitoria del proceso que había atravesado el rock
nacional en las distintas etapas de su historia. Sería poco atinado no contar
que previo a ese golpe del 76´, gradualmente (pero a un ritmo frenético) grupos
como Los gatos se consolidaron en la escena sin la necesidad de prohibir la
música internacional, sino más bien por la propia acción de su inclaudicable
trabajo. Sin dudas, eso también abrió el juego y el espacio para la solidificación
de grandes estilos como Almendra, Suí Géneris o Los abuelos de la nada.
Ha de decirse entonces que la cultura, por ende,
popular del rock, también respondía en gran parte a una cultura juvenil que,
desde ese espacio de masividad popular, generó ámbitos de identidad y de pertenencia.
Haciendo un paréntesis, debemos decir que:
“La cultura popular es uno de los pocos
escenarios que, en la percepción de los jóvenes, les pertenece y sienten que se
habla de ellos y a ellos. La cultura popular les permite entender quiénes son,
cómo funciona la sociedad en que viven y cómo se los define socialmente. Es
para muchos, el lugar desde donde dan sentido a su propia identidad: donde
aprenden a hablar de sí mismos en relación con los otros”. [5]
Según lo citado, al respecto podemos reparar en
que el recambio generacional fue haciendo un culto del rock en español que fue
unificando criterios y una manera de comprender la escena. Lo asequible del
caso es la expresión social que hace de esta cultura, durante los setentas, una
rebelión constante.
“Creyendo con Max Weber que el hombre es un
animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que
la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo
tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia
interpretativa en busca de significaciones”. [6]
La cultura es una red mediante la cual damos
significado a los fenómenos vividos. Por ello, y en un conjunto de análisis en
donde englobamos a los jóvenes, la cultura responde a una expresión, a una
interpretación y a una forma de vida mediante la cual nos manejamos en la
cotidianeidad de nuestros días.
Durante los sesentas y setentas, el estilo
cultural del rock había sido impregnado de la necesidad de denunciar los atropellos
contra la música, pero también el atentado a la estética y a la libertad de
expresión.
El corte de pelo, la forma de vestir
(psicodelia mediante) y los espacios de trasnoche, hicieron del mundo juvenil
del rock no solo una disidencia política, sino una disidencia a la forma de
autoridad. En fin, los jóvenes no gozaban de la plena libertad cultural.
“Juventud es una categoría construida, sólo una
palabra dice Pierre Bourdieu (1990) en uno de sus escritos, e inmediatamente
aclara que se construye como representación ideológica de la división de los
grupos y que existe una lucha por instalar sus límites. En 1996 el argentino Mario
Margulis titula su libro La juventud es más que una palabra (Ensayos sobre
cultura y juventud) haciendo hincapié en que el término tiene usos
particulares, sentidos singulares y efectos concretos. Desde la sociología de
la cultura, ambos autores –uno en Europa y de trascendencia internacional, y el
otro pionero local en la temática y con proyección latinoamericana– echan
raíces para pensar la juventud desde la cultura. Hoy el término juventud es
reconocido y utilizado como categoría analítica, y esta sistematización
conceptual apuntala también la autonomización del sector social”. [7]
Pero hacia 1983, y ante el recambio generacional
del rock y las nuevas modas, la nueva Democracia es entendida también como una
apertura musical que le da a la juventud un mejorado espacio popular. Esta vez
con la alternativa de seguir gozando de bandas anteriores, pero también de las
nuevas. En definitiva, se consolidó un mercado interno del rock muy difícil de
contener.
“Aquellos incansables músicos de otras épocas,
aún seguían vigentes y enteros, como Charly García, Miguel Abuelo o Lito Nebbia
y se mezclaban con nuevas bandas como las excéntricas Viudas e hijas de Roque
Enroll. “Era una mezcla de rock, twist y cha ha cha. Qué se yo. Algo raro. Y se
estaba saliendo de la época triste y nostálgica de antes” opinaba María
Gabriela Epumer.
Mientras la sociedad, en su mayoría, festejaba
la democracia y veía caer a quienes habían sembrado el terrorismo de Estado,
comenzaba una convergencia musical nunca antes vista y marchaba a paso
agigantado hacia la internacionalización de una música admirada como
estigmatizada”. [8]
El rock nacional de Argentina. Contexto y
algunas consideraciones políticas.
Caigo en la aclaración del título, entendiendo
una doble cuestión. Por un lado, referimos a “nacional” como la representación
de un espacio de pertenencia en donde, en este caso puntual, suena el estilo de
rock analizado en este trabajo. Por ello, no puedo dejar de mencionar la
procedencia en la que se basa este análisis, ya que el mejicano entenderá por
nacional a su estilo de rock enraizado en su cultura. Entonces, ante esta gama
de diversos territorialismos, cada músico responderá a un estilo cultural, a un
contexto histórico o a una forma de vida específica, de acuerdo a lo analizado
más arriba.
“Creemos que cuando una canción se convierte en
espacio de resistencia está de alguna manera reflejando pulsiones del legado, identificándose
frente a lo otro que no quiere ser, y posiblemente intentando cristalizar un
nosotros como sujeto de transformación de un mundo que en ciertas circunstancias
se podría presentar como desfavorable para las realizaciones de aquellos involucrados”.
[9]
Así, el rock nacional de Argentina no estuvo
exento de un surgimiento bajo el cual no podemos obviar para la conformación de
su estilo, la mirada juvenil construida por generaciones.
“El discurso de la cultura rock siempre se ha focalizado
en las vivencias de los jóvenes y ha afrontado así su cotidianeidad, sus
discusiones, sus perspectivas, sus rudimentos, sus pasiones y amores. Es decir
que existe cierta cuestión en la que músicos o compositores jóvenes le hablan,
le escriben y le cantan a escuchas jóvenes (y lo postulan, sobre todo). Es un
discurso de constante resignificación, dialéctico y bidireccional en cuanto al contexto
y al discurso de las propias líricas de las bandas” [10]
Dentro de ese discurso, como se señala, no se
puede omitir que la Democracia había dado paso a la convergencia de bandas, de
estilos y de estéticas que coincidían con los nuevos ámbitos de pertenencia.
Contextualizando el momento del que hablo, a pesar de que la democracia había llegado, la violencia policial con
aquellos jóvenes que presenciaban los recitales de bandas importantes no daba
tregua. Es decir que 1983 no había quebrantado, más allá de la cuestión
psicológica del cambio de gobierno y la nueva Democracia, el orden anterior. Había
cosas que estaban naturalizadas.
“Quizás en ese sentido, la atenuación de sentimientos negativos
hacia los inicios de Alfonsín y Martínez en el Poder ejecutivo tuvo que ver con
aquellos rasgos que pintaban y garabateaban a una supuesta nueva sociedad
argentina. Pero cierto es, y sostengo, que Alfonsín no gobernaba un nuevo
paradigma, sino una tensión de fuerzas en pugna. Quizás pudo ser un reconocible
error a la hora de juzgarlo como “padre de la Democracia”.
Los engañosos productos de la
Democracia, que aparecían a todas luces en el plano cultural con bandas como
“Soda Stereo”, “Los abuelos de
la nada” en compañía de los consagrados Charly García o Spinetta, los espacios
“underground” y la influencia del mundial de fútbol en Méjico 86´ y Maradona,
generaban tan solo una ruptura visual. Nuevamente un mecanismo social endeble
afectaba directamente a las retinas y elaboraba columnas de descanso por sobre
las complejidades de la época.
Y esa música, esa cultura, esas
nuevas modas, y esos jóvenes que tomaban el espacio vacío de las viejas generaciones
que poco habían podido sufragar, acompañaban la primera gran obra del gobierno
de Raúl Alfonsín. Los Juicios a las juntas”. [11]
Tampoco se había podido contener algún recelo futbolero dentro del
ámbito del rock. Los diversos públicos, que se diferenciaban por el sonido
musical, muchas veces se veían en alguna conflictividad. Por ejemplo: los espectadores de Virus debían lidiar
con los ataques de algún seguidor de bandas como Los violadores, que se
presentaban como una rebelión ante el sistema. Mientras que los primeros
carecían de letras más reaccionarias y le cantaban metafóricamente al amor,
desentendiéndose de todo mensaje político, los segundos presentaban un quebranto
constante a la autoridad. Ya sea en los setentas como en los ochentas. La
diferencia es que, en Democracia, los espacios de coincidencia y puntos de
encuentro se habían hecho más amplios.
Pero, a pesar de esto, irrumpen en bares
como Zero y Stud Bar, los Soda Stereo, que a su vez compartían escenarios con
otros grupos emergentes como los Twist y la banda más compleja del momento
underground en Argentina: Sumo.
El cantante de Sumo opinaba al respecto:
“Soda Stereo, me parece que ellos la
hicieron bien, pero yo borro el maquillaje y el peinadito raro. Eso es
rebuscado.
A su vez Cerati decía tiempo más tarde: "Ricardo (Mollo) es una persona muy importante y cercana en mi
carrera. A comienzos de los 80, antes del segundo disco, con Soda sufrimos un robo
tremendo después de un show en Ramos Mejía. Se llevaron el camión con todo: las
empresas de sonido y luces quedaron al borde de la quiebra, no tenían nada y
nosotros ni instrumentos. Los Sumo nos bancaron y fue Ricardo el que me prestó
las guitarras y los equipos para grabar y salir a tocar. Casi nadie sabe eso.
Nos hemos visto varias veces y siempre hubo aprecio y valoración mutua””. [12]
Esto demuestra que las apreciaciones y las estigmatizaciones, más allá
de los micrófonos, no eran tan evidentes entre los músicos, sino más bien entre
el público que los seguía.
“En paralelo a esta situación controvertida, el rock vivenció también
un retorno al underground (por fuera de los carriles que la industria delimitó
entre los años 1967- 1981) y forjó un territorio suburbano y periférico que
acuñó a una gran parte del rock masivo de la democracia. De esta forma, la
actividad musical se ofreció como un gran semillero o “criadero de ídolos” a
futuro que concluía con la "homogeneización imaginaria" de estilos y
búsquedas estéticas postuladas durante la dictadura militar (Alabarces, 1993: 86)”.
[13]
En un contexto más fáctico de este análisis,
debemos entender algunos sucesos del rock nacional argentino en su línea de
tiempo y otros eventos del plano político que no pueden quedar al margen.
Es que ya en este período, ocurre algo
imprevisto. La separación de Riff que deja la puerta abierta de la escena del
metal que fue inmediatamente abordada por el grupo V-8 de Ricardo Iorio.
Todavía no eran los años masivos de Los
redonditos de ricota y aún continuaban tocando en festivales, captando poco a poco
lo que más adelante sería la masiva ola de seguidores.
Un humilde Juan Carlos Baglietto le cedió el
micrófono a Fito Páez y así se escuchó por primera vez "Del 63" del
novel autor rosarino, que intentó sumarse a la larga lista de virtuosos de la
música que Rosario entregó a la escena del rock, dada la cercanía con Buenos Aires,
siendo la Capital Federal el lugar en donde se encontraban las discográficas
más importantes.
Mientras tanto, en el plano político, el
gobierno aceptó la propuesta del Papa sobre el canal de Beagle y la CONADEP informó,
en 1984, que existían al menos unos 9000 desaparecidos y 380 centros
clandestinos.
En ese tiempo, Santaolalla estaba afianzado
en Estados Unidos y Pastoral se había bajado de la escena, cuando Charly (que
nunca perdió vigencia) se radicaba un tiempo en el exterior.
De esta forma se expandió la visión hacia
las nuevas bandas y, en contraste con la época oscura de la dictadura que
influía en la necesidad de voces progresistas, comenzaron a consolidar su éxito
definitivo los (ya mencionados) Soda Stereo, grupo que vio nacer su primer
disco de la mano de Federico Moura de Virus al tiempo que GIT se hacía de los
oídos de los jóvenes.
Sin duda, en este proceso nos referimos a un
giro profundo en la cultura del rock argentino. Este tipo de estilo “nuevo” le
cantaba mucho más al amor que a las causas sociales, pero sin duda su impronta
era un sello que, indefectiblemente, la atemorizada sociedad de los setentas necesitaba
para olvidar la desdicha de épocas más nefastas.
Así, Calamaro deleitó con "Mil
horas" en los recitales de Los abuelos de la nada y Fito Páez se lanzó en
su primer recital como solista.
Ya en el año 1985, se produce el nacimiento
de la FM Rock and pop que fue el espacio de comunión de la música del rock
internacional y nacional. En un recital organizado por esta radio, Soda Stereo
logra tocar junto a INXS aumentando su popularidad.
La eventualidad del caso presentó en ese año
el nacimiento de un espacio capaz de albergar a todo tipo de artistas (músicos
en su mayoría) y en donde la extravagancia y el excentricismo del undergoround dominaron
la escena. Es inaugurado Cemento.
“Sostener el down es lo que hace Cemento. Yo
me banco que me queden 100 pesos en una noche. Pero el lugar es así. Que los
chicos a veces son 12 o 13. Eso en el tiempo funciona. Entonces… Yo creo que
como Cemento pudo sostener y sostiene esto… Porque fíjate. Todas las bandas que
hacen como que mueven gente y no mueven tanta gente. Tocan acá porque yo las
banco. Y si tocan en otros lugares… Por algo no tocan los viernes en otros
lugares (...) Estábamos fundidos y dijimos… Vamos a poner una banda de
porquería. El rock que odio. Entonces empezamos así, con la depresión del rock,
que es una depresión absoluta. Los rockeros que son muy cínicos y traicioneros,
los grupos estoy hablando, le han creado a la gente la fantasía de que ellos
son de verdad. Entonces en ese sentido hay una validación de un texto casi
político. Que no es verdad. Que es bueno sostener esa mentira. Yo no la
sostengo.
De esta controvertida forma, Omar Chabán se refirió
a aquello que lo convirtió tiempo después en un empresario cuasi exitoso y de
lo que se mofó hasta el punto de imponer su soberbia desmedida y su auto
destrucción”. [14]
Mientras tanto, Fito Páez se termina de consolidar
como solista, llenando dos obras para la presentación de su disco
"Giros".
El país ingresa en una zona compleja. Se inició
el juicio a las juntas y se dictó, en 1985, prisión perpetua a Videla y
Massera. Además, se estableció el plan "Austral" que cambió la moneda
de nuestro país.
Miguel Mateos trabajaba en lo que fue su etapa
solista, ya alejado de ZAS y Spinetta Jade resolvió su separación. Para
entonces, Las viudas e hijas editaron el disco "Ciudad catrúnica" que
logró vender 200000 placas.
La banda de culto Fricción, que contó en su
formación con artistas de la talla de Richard Coleman y Gustavo Cerati, se
contrapuso a una escena un tanto más independiente como la que comenzó a
imponer el dúo Solari - Bellinson junto a Los redonditos de ricota.
Se produjo, en ese sentido, una reunión de
Riff junto a JAF (Juan Antonio Ferreyra) que llegó para hacerse cargo de la voz
del grupo.
“Pappo quería que yo cantara, pero yo me
tocaba todo y un poquito más. No sé si bien, pero me tocaba todo. Era terrible
para mí. Subíamos al escenario y claramente él miraba a ver qué estaba haciendo
yo. Pasa que cuando yo empiezo a cantar en Riff aparecen nuevos colores y temas
como Elena X, que recontra pegó más que cualquier otro tema de Riff. Y bueno,
eso le revolvía la tripa a más de uno. Aparte, estaba toda la masa de camperas
negras, pero adelante mío se ponían las rubias”[15] deslizó JAF.
En otro orden de cosas, Charly logró lanzar
su proyecto "Tango" junto a su amigo Pedro Aznar. Para 1986 será el
mismo Charly quien comenzó a confluir con esos raros peinados nuevos,
defendiendo e incluso tocando con músicos de la talla de Andrés Calamaro, Virus
o Soda Stereo, quienes eran mirados de reojo por el ambiente más progresista y
metalero del rock.
Para seguir sembrando la discordia acerca de
qué lugar ocupaba cada uno, llega el primer disco de Los fabulosos cadillacs
llamado "Bares y fondas" y con un estilo ska que prontamente tuvo
voces a favor y en contra en las internas del rock nacional.
Estar de un lado o del otro podía significar
tener un poco más o un poco menos de compromiso social y político. Pero aquellos
grupos de los denominados "nuevo rock" (para aquel momento, claro
está) sentían que su música iba por otro lado y que había gente que también
quería vivenciar otras letras y otros ritmos.
Sin embargo, el año en que Diego Maradona se
transformó en héroe nacional y la selección argentina de Carlos Salvador
Bilardo dio el batacazo ganando el mundial de México 1986, muchos grupos
participaron en diversos festivales en los que se hacía frecuente la aparición
de Soda Stereo o Riff por citar algún ejemplo de gustos musicales y de
diversidad. En esta etapa, Los redonditos de ricota editaron
"Oktubre" que significó la consolidación de la banda en un escenario.
En ese marco, Alfonsín ya lidiaba con los
trastornos económicos y su gobierno acarreaba los violentos desfalcos
económicos de la dictadura. También debió afrontar los distintos paros que la
CGT de Ubaldini fomentó en contra del oficialismo.
Latinoamérica ya estaba dentro de un orden
de producción y consumo en donde la música fue sumamente representativa.
A modo de ejemplo, Soda Stereo se embarcó en
la gira más importante emprendida jamás por grupo argentino alguno. Colombia,
Chile, Perú y Ecuador, entre otros países, vibraron con la “sodamanía”, casi en
paralelo con las presentaciones de Charly García (que contó con Andrés Calamaro
y Richard Coleman en su banda) para cruzar la frontera y presentarse en Chile y
Estados Unidos.
Aquí se inaugura la era de los videos
musicales de consumo masivo con el tema "Cuando pase el temblor",
protagonizado por los Soda Stereo y grabado en las ruinas del Pucará.
Un año después, Soda Stereo calentó el
verano en Viña del mar demostrando que su internacionalidad es cosa seria y,
como muestra de ello, se presentaron en México ante 36000 almas que colmaban
los espectáculos de la banda. La banda se había vuelto una empresa y su nombre
una marca registrada de éxito, lo que para otros sectores del rock era inconcebible.
Lo que es cierto que es que, gradualmente, muchos artistas se incorporaron al mercado
Latinoamericano.
En 1987 se produjo la unión entre Celeste
Carballo y Sandra Mihanovich, dos de las cantantes femeninas con más influencia
en el rock nacional, además de la separación de V8 que promulgó el nacimiento
de nuevas bandas metaleras como Hermética, Rata Blanca y Horcas. También se disolvió
nuevamente, y por diferencias internas, Riff.
Los piojos, para 1988, ya realizaban sus
primeros ensayos, dando continuidad al legado de las bandas emergentes que tenían
que luchar día tras día para conseguir un espacio en donde presentarse.
Distinto era el caso de Fito Páez que
presentó uno de sus álbumes más oscuros, "Ciudad de pobres corazones"
en memoria de sus tías asesinadas, quienes lo habían criado desde el momento en
que sus padres murieron. Sobre los hechos, dirá Páez mucho tiempo después que:
"Perdí tanto la conciencia que hoy no me acuerdo exactamente de lo que
sucedió. Era como un animal enjaulado en su propio dolor". [16]
La fiebre del reggae se desata en Buenos
Aires con el nacimiento de Los pericos que pasaron a ser un verdadero suceso
antes de que su disco saliera al mercado nacional.
Ya hacia el final de la época, Virus se
dispone a grabar "Superficies de placer", pero Federico Moura estaba
en un estado muy complicado de salud. Afectado por una neumonía que lo tiene en
cama y en su tercera consulta médica, le recomendaron que se hiciera el test de
HIV que luego fue confirmado. Sin embargo, el disco vio la luz a pesar de todo
y generó un gran revuelo con su tapa, en la cual se mostró la ilustración de
una silueta desnuda.
En ese contexto, Alfonsín sufre el primer
alzamiento "carapintada" en Campo de Mayo y se trasladó hacia el
lugar, logrando la rendición de Aldo Rico al tiempo que se consiguió un
refinanciamiento de la deuda externa.
Las noticias no fueron del todo buenas para
el ambiente del rock, ya que uno de los grandes artistas nacionales dejó de
existir, víctima de una cirrosis: Luca Prodan daba origen a un nuevo mito.
De esta manera, con la inminente disolución
de Sumo, Ricardo Mollo formó la banda Divididos y comenzó a tocar en bares y
teatros.
El mismo camino le tocó seguir a Germán Dafunchio,
quien a finales de año formó otra banda emblemática como la de su ex compañero
Mollo: Las pelotas.
En 1988, además de ser el año de los ex
Sumo, se presenta Attaque 77 que incursionaron en una producción discográfica
llamada "Invasión 88", junto a otros artistas del punk local que se
daban cita en Cemento. Más tarde Michell Peyronell de Riff (quien ya había sido
el productor de Los violadores en su primer disco), fue el productor del primer
lanzamiento discográfico de la banda.
Entretanto, Alfonsín debía hacer frente, no
solo a la crisis económica de la Argentina, sino también a los alzamientos sucesivos
que, luego de Campo de mayo, siguieron asediando a la Democracia. A la vez, un
fuerte aumento en las tarifas dejó a la sociedad en rojo y ya nadie pocos
estaban conformes.
En este contexto, nació la banda Man Ray de
Hilda Lizarazu y brotó una cuasi rivalidad futbolera entre Soda Stereo y Los
redonditos de ricota. Ambas bandas fueron las más convocantes de la Historia
Argentina y, por aquellos años, la diferencia musical abría una brecha como la
que había existido entre los Soda Stereo y Sumo, pero potenciada.
La banda de Cerati, para ese año, grabó el
álbum "Doble vida" junto al productor Carlos Alomar (John Lennon,
Paul Mc Cartney entre otros), quien le cambió el sonido a la banda y extendió
su éxito internacional a niveles inalcanzables.
Durante la grabación, el grupo se trasladó a
Estados Unidos en donde se encontraron con Charly García, quien invitó a
Gustavo Cerati a participar de su proyecto Tango.
Pero, en Argentina, el cantante y líder de
Virus, Federico Moura, falleció debido al agravamiento del HIV. (Para el álbum
"Tierra del fuego”, Marcelo Moura había ocupado su lugar a pedido de
Federico).
De esta manera, dos de las voces masivas del
rock nacional se habían apagado para siempre, dejando en los oídos de su
ferviente público un resonar inalterable que nunca se extinguió, ya sea por su
música o por su contribución al movimiento del rock.
En 1989, se produce la toma del regimiento
de La Tablada en un sangriento enfrentamiento que dejó como saldo más de 30
muertos y numerosos heridos. Ante la insostenible revuelta social y política,
Raúl Alfonsín anunció el adelantamiento de las elecciones. Allí se impuso
Carlos Menem quien comenzó a privatizar empresas estatales y además les otorgó
el indulto a militares del proceso, carapintadas y montoneros.
En esta etapa del país, Soda Stereo continuó
marcando el ritmo y con 1000000 de copias vendidas de "Doble vida" se
lanzó en su quinta gira internacional, en donde lograron instalar su nombre en
los Estados Unidos.
Virus lanzó entonces el álbum "Tierra
del fuego", y lo presenta con distintas formaciones que a lo largo del
tiempo fueron cambiando, mientras Marcelo Moura quedó como la voz líder de la
banda.
El camino de la "modernización" del
rock no se dio solo en los ritmos musicales o las letras, sino que fue también
desde el ámbito tecnológico. Comenzó a instalarse en la sociedad el Compact
disc. Pero aún era demasiado caro para su adquisición, así como también el
vinilo era demasiado viejo para sostenerse.
Muchas bandas eligieron por defecto, también
influenciadas por las discográficas, editar su material únicamente en el nuevo
juguete de la modernidad.
Spinetta, así y todo, continuó como solista
con su disco "Don Lucero" y Lito Nebbia grabó varios discos, entre
ellos uno en colaboración con Rubén Rada llamado "Las aventuras de Rubén
Rada y Lito Nebbia".
Muchos de aquellos grupos que marcaron la
vida cotidiana y las noches de Buenos Aires, se habían disuelto mientras que
otros tomaron distancia durante algunos años. Así, la diversidad cultural del
rock se mantuvo siempre en vigencia y la etapa comercial, a pesar de lo que
muchos creyeron inicialmente, consolidó y sostuvo tanto a los más nuevos como a
los más antiguos músicos de la Argentina.
La Democracia de los jóvenes entre 1983 –
1989 y el paso a los noventas.
En este capítulo retomaré parte de mi
trabajo para el libro “Raúl Alfonsín ¿el padre de la Democracia?” y en el cual
analizo la relación entre la juventud radical y el ex mandatario argentino.
Por otro lado, no dejaré de mencionar el
contexto en el que se consolidó esta relación y su desgaste hacia 1989.
En cuanto a ello, debemos retrotraernos, en
principio, a finales de la Dictadura militar:
“Tiempo antes de la recuperación de la
democracia las juventudes comenzaron a movilizarse a partir del malestar
creciente con el gobierno dictatorial. Dicha movilización se despliega,
centralmente, desde formas de participación locales, moleculares. Así, muchos
jóvenes trabajadores habían protagonizado las principales formas de resistencia
molecular a la dictadura en los lugares de trabajo (Pozzi, 1988; Falcón, 1996 y
Gresores, 2002); las huelgas convocadas por la denominada CGT Brasil (ex
Comisión de los 25) a partir de 1979, las iniciativas impulsadas por la Iglesia
Católica, como la llamada Marcha “Paz, Pan y Trabajo” en noviembre de 1981, y
las Comunidades Eclesiales de Base que impulsan las tomas de tierras de 1981 en
la zona sur del Gran Buenos Aires (Vommaro, 2006 y 2010; Fara, 1989)”. [17]
Raúl Alfonsín había sido uno de los pocos
dirigentes políticos que se habían opuesto a la Guerra de Malvinas y que, en
cierta forma, había salido ileso de ciertas connivencias entre el gobierno militar,
el sindicalismo y algunos políticos de turno ya que, tal su estilo, había sido representante
de causas por los Derechos humanos.
Esa situación sienta un precedente político,
pero también social. Representante de “Renovación y cambio” dentro de la UCR, se
presentó como la alternativa de modernizar el partido. Una vez fallecido Balbín,
su liderazgo fue absoluto (si bien cabe destacar que su construcción anterior,
de la que no me ocuparé en este artículo, había logrado conmover las inamovibles
estructuras de la vieja UCR).
En entrevistas realizadas para el libro,
pude charlar con miembros de la Franja Morada de los años ochenta que me contaron
que el avance de Raúl Alfonsín había sido como un “tsunami” imparable. En poco
tiempo, la UCR había ganado las universidades y luego le disputaron la
relevancia sindical al peronismo. [18]
“En relación con la militancia juvenil
estudiantil, los colectivos universitarios comienzan a reagruparse en el
invierno de 1982 en el marco de las comisiones en solidaridad a partir del
conflicto bélico en el Atlántico Sur y, poco después, en el marco de las
“comisiones reorganizadoras” de los centros de estudiantes (Larrondo, 2014). La
regularización de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y Federación
Universitaria Buenos Aires (FUBA) llegarían hacia fines de 1983, con una
participación enmarcada en las identidades político partidarias (Toer, 1988b).
Los centros de estudiantes secundarios, también comienzan a expresarse muy
incipientemente hacia fines de 1982 y en 1983, también enmarcados en
identidades partidarias. En este sentido, es posible observar que el activismo
juvenil comienza a manifestarse en el espacio público en los años previos a
1983, dando forma a las modalidades de participación caracterizadas
fundamentalmente por el entusiasmo por la recuperación de la democracia”. [19]
Raúl Alfonsín siempre se había mostrado afín
a los jóvenes, y el contexto nacional (que precisaba de un sustancial cambio de
paradigma) encuentra en la juventud un lugar de convergencia.
Los jóvenes venían, como se mencionaba más
arriba, en la búsqueda cultural de un nuevo estilo que demostrara la libertad
que traía la Democracia. Y en ese sentido, la aparición política de un líder
como Alfonsín, que revitalizaba el discurso de los jóvenes, encontró un punto
de anclaje.
Rápidamente las escuelas secundarias comenzaron
a conformar centros de estudiantes que representaran a la Franja Morada dentro
de las mismas. La militancia en torno a Alfonsín se había hecho cada vez más
masiva. En cada presentación, entonces, la masividad juvenil se hizo tan
evidente que la mancomunación de personas respondió a lo que los medios llamaron
“la fiesta de la Democracia”.
“No se trataba solo de jóvenes de ideas
insostenibles. Eran jóvenes que habían observado la quietud del radicalismo
ante la caída de Illia. Y comenzaban a preguntarse por qué no se había
pronunciado una fuerte movilización en defensa de las Instituciones. (…) Allí
nos encontrábamos en un punto muy particular. Porque ante semejante inquietud
juvenil, Raúl Alfonsín descubrió la oportunidad de crear un movimiento de ideas
y “por un radicalismo social” que comenzó funcionando en un espacio que antes
era de la Juventud Revolucionaria Radical. Y lo hizo antes de romper filas con
Balbín”. [20]
Lo cierto es que, bajo su figura, se unieron
dos generaciones. En principio, los que habían visto caer al gobierno de Illia
y en donde no habían existido demasiadas manifestaciones de apoyo al entonces
presidente. Y la otra, la que encontraba en el nuevo líder del radicalismo, una
figura política de ideas convincentes.
Así, durante un tiempo enmarcado entre 1983 –
1989, la juventud encontró dos aristas de la militancia política. Por un lado,
un reencantamiento político repleto de ideales que pregonaban la libertad, las
nuevas modas, una forma de vida y que, indefectiblemente, contrarrestaba, desde
su heterogeneidad de colores, con la oscuridad de la Dictadura militar y procesos
anteriores. Por otro lado, es innegable que la alimentación de esas expectativas
que habían marcado un período de grandes cambios culturales, hacia los noventas
fue desalentando a los jóvenes. Los que habían iniciado el proceso de 1983
-1989 ya se estaban transformando en adultos que, en su contexto económico, se
encontraban con el ocaso de la economía alfonsinista, producto también de la
implosión de procesos económicos anteriores. Y la nueva generación, la que creció
en los noventas, lo haría bajo el manto de desaliento, producto de la feroz inserción
del Neoliberalismo durante la etapa menemista y de la Alianza entre 1990 y 2001.
Lo que está claro entonces es que los
ochentas abrieron el juego a la creatividad, la expansión de las ideas y la
exploración. No solo musical, también política. Por tal motivo, el desaliento
juvenil se hizo más evidente. Los adultos ya no creían, los jóvenes tampoco.
“Obediencia Debida, Punto Final,
crisis económica, economía de guerra, Plan Austral, levantamientos
carapintadas, reclamos y paros docentes y la derrota electoral del radicalismo
en todo el país en el ´87, fueron algunos de los quiebres que hirieron a los
militantes franjistas de los ochenta y que los llevaron a profundizar sus
contradicciones y buscar estrategias para defender, a capa y espada, el gobierno
de Alfonsín (Beltran, 2013: 212). Así, aunque hacia fines de los ochenta la
Franja Morada seguía siendo mayoritaria en la Universidad, cada vez les
resultaba más difícil sostener el equilibrio entre defender a Alfonsín y
representar a los estudiantes”. [21]
Conclusión
Teniendo en contexto al denominado rock
nacional como un lugar de reunión y expresión cultural de los jóvenes, nos
encontramos ante la posibilidad de analizar un período paradigmático en cuanto
a la escena cultural.
No podemos decir lo mismo de un proceso
económico arraigado en las oscilaciones democráticas y militares de años
anteriores, los cambios de modelos económicos y las tensiones sociales que, en
su definitiva génesis agravada por el Neoliberalismo, implosionaron en 2001. [22]
“En lo político, los pasos de los primeros
años en el sentido de restaurar una vida cívica robusta y condenar el genocidio
militar terminaron en una penosa marcha atrás. Pero hubo un aspecto en el que
dejó una marca indeleble: el de la cultura y las identidades políticas. Aunque
su gestión fue un fracaso, el alfonsinismo logró presentar una visión sobre el
pasado, el presente y el futuro de la nación que resultó enormemente
influyente. A cambio de los grandes anhelos políticos previos – la “justicia
social”, la “integración y desarrollo” o el “socialismo -, revistió de una
nueva legitimidad a una aspiración más modesta: la democracia”. [23]
A tales efectos de lo citado, no podría
aseverar que la gestión alfonsinista, como Adamovksy propone, haya sido un
fracaso. Pero sí se presenta una coincidencia entre ambos análisis en el plano
democrático, alimentando así todos los factores que lo componen. Alfonsín no
debió enfrentar solo la situación económica (que muchas veces es el eslabón
endeble de su gobierno) sino también los alzamientos, los probables conflictos
bélicos, la crisis social y el recambio cultural. Y es en este punto en donde
volveremos a encontrarnos.
“Un análisis
interesante del alfonsinismo puede ser esbozado recuperando la interpretación
de Ollier (2009), quien destaca que su principal mérito como fuerza política
radica en haber instalado una concepción de la democracia no como algo a ser
restaurado sino construido, lo cual supone una construcción de un sujeto
democrático diferente del “hombre nuevo” del socialismo. En otras palabras, en
esta época emergen nuevas formas colectivas de identificación políticas, no
reductibles a los repertorios de identidades preexistentes”. [24]
Durante el período 1983 – 1989 se produce la
aparición de un colectivo cultural del cual el rock argentino no es ajeno.
Existía entonces un vacío que había quedado, según lo analizado, entre el
período anterior a la recuperación de la Democracia y el futuro por llegar
luego de las elecciones. Es allí en donde emergen nuevos espacios de reunión e
intercambio colectivo. Aparecen en escena nuevos grupos y solistas, las
discográficas entienden el “mercado” que se generó alrededor de bandas como
Soda Stereo o bien, antagónicamente, en el misterio y ostracismo de Los
redonditos de ricota. Mientras que, por otro lado, las reivindicaciones a Spinetta
o Pappo y el constante resurgimiento de Charly García, se entremezclaron con Man
Ray, Los twist o Fito Páez. Allí estaban todos. En la nueva expresión cultural
del rock argentino que encontró, durante el alfonsinismo, una aliada fundamental:
la joven Democracia argentina, a quien también había que construir.
“La democracia que
renació en 1983 no ha sido ajena a las realidades y condiciones de su pasado,
es decir, de un pasado que le da origen y condiciona pero que, a su vez, puede
terminar siendo transformado por ella. Sin duda, la fragilidad de nuestro
pasado democrático repercute en la capacidad actual del sistema político para
crear mejores condiciones de estabilidad”. [25]
El rock nacional tenía entonces una importante
heterogeneidad que podía abordar a distintos colectivos sociales, distintas
maneras de entender la cultura y la expresión y distintas formas de pensar la
libertad.
Entonces, los ochentas se
transformaron en un espacio en la línea de tiempo en donde gran parte de
nuestro legado actual quedó demarcado. El rock en estado puro y con la fuerza
de un nuevo paradigma más amplio, alternativo y convergente. Ese es el rock de
la Democracia que, así como ella, perdura hasta nuestra actualidad. Aunque no
podemos negarlo. También, como la Democracia misma, con vaivenes que lo ponen
en tela de juicio.
A principios de los sesentas, el
rock nacional argentino, como he analizado, se enmarcaba dentro de un paradigma
particular:
“En los últimos años de la década
del '60, músicos porteños y rosarinos que adscribían al rock comenzaban a sacar
a la luz producciones discográficas que estaban impregnadas de una estética que
era el reflejo de un paradigma de pensamiento que se hizo definitivamente
explícito en todo el mundo a principios de 1960. Y si nos dieran la posibilidad
de definirlo en una sola palabra, diríamos "exploración"” [26]
Así como el rock argentino cumplió en
los sesentas y los setentas un rol cultural específico dentro de la juventud de
ese momento, los ochentas tuvieron entonces la heterogeneidad complementada por
las formas de difusión. La canción de rock empezó a sonar en todos lados.
“Pensamos que ese "poder"
de la canción no es intrínseco a ella ni tampoco es exclusivo del rock sino que
es algo que se va gestando entre determinada producción expresiva y el contexto
histórico-social y cultural donde se ha posado esa producción expresiva, que
-ya a esa altura podemos llamar artística. Nosotros decidimos tratar de
señalarlo en el rack nacional porque pensamos que es una de las músicas que
tiene un alto grado de cotidianidad, en el sentido de que no nos es extraño
"leer" el rock de un lugar como quien lee un periódico con la
información de las carencias sistémicas de ese contexto y sus posibles
antídotos”. [27]
Es preciso entonces aducir que, no
solamente el rock se trata de un fenómeno específico y de un tiempo especial.
Se trata de una cultura democrática, consistente y que, verdaderamente,
encontró en los jóvenes de 1983 – 1989 un punto de anclaje para reconstruirse.
En ese proceso, los ideales de Alfonsín, por una nación de Democracia
perdurable, también se presentaron como los ideales del rock, la lucha juvenil
y la utopía a realizar. Nunca más dictadura, pedían por entonces en los
recitales y hoy lo hacen las nuevas generaciones del rock.
Bibliografía
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Argentina: acción estatal, experiencias organizativas y demandas emergentes en
la recuperación democrática.
[1] QUIROGA, Hugo. Nueva historia
Argentina. Tomo 10. Dictadura y Democracia (1976 – 2001). Director de tomo:
Juan Suriano. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2005.
[2] Marcaremos
1956 ya que por esos tiempos Sandro y los de fuego, Eddie Pequenino y otros ya
estaban tocando en los pocos bares que les abrían sus puertas. El primer disco
de Sandro y los de fuego data de 1960.
[3] FAVIERI TUZIO, Daniel. Rock nacional
como identidad de una sociedad. Independiente, Buenos Aires, 2016.
[4] SECUL GIUSTI, Cristian; RODRÍGUEZ
LEMOS, Federico. La lírica del rock argentino en los tres primeros años de
democracia (1983-1986). UNLP, La Plata, 2010.
[6]
GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. Gedisa Editorial, Nueva
York, 2003.
[7] Chaves,
M., & Faur, E. (2009). Investigaciones sobre juventudes en la Argentina:
estado del arte en ciencias sociales 1983-2006. Papeles de trabajo: La
revista electrónica del IDAES, 3(5), 20.
[8] FAVIERI TUZIO, Daniel. Rock nacional
como identidad de una sociedad. Independiente, Buenos Aires, 2016.
[9]
Correa, Gabriel (2002) "El rock argentino como generador de espacios de
resistencia: ". En: Huellas, No. 2, p. 40-54. Dirección URL del artículo: https://bdigital.uncu.edu.ar/1276.
Fecha de consulta del artículo: 12/01/21.
[10] Secul
Giusti, C. E. (2017). Rompiendo el silencio: la construcción discursiva de la
libertad en las líricas de rock-pop argentino durante el período 1982-1989
(Doctoral dissertation, Universidad Nacional de La Plata).
[11] FAVIERI TUZIO, Daniel. Raúl Alfonsín
¿el padre de la Democracia? Editorial Imaginante, Bueno Aires, 2020.
[12] FAVIERI
TUZIO, Daniel. Rock nacional como identidad de una sociedad. Independiente,
Buenos Aires, 2016.
[13] Secul Giusti, C. E. (2017). Rompiendo el silencio: la
construcción discursiva de la libertad en las líricas de rock-pop argentino
durante el período 1982-1989 (Doctoral dissertation, Universidad Nacional de La
Plata).
[14] FAVIERI
TUZIO, Daniel. Rock nacional como identidad de una sociedad. Independiente,
Buenos Aires, 2016.
[15] Id. Ibidem.
[16] Id. Ibidem.
[17] Vommaro,
P., Vázquez, M., & Blanco, R. XXX Congreso ALAS-Pueblos en movimiento: un
nuevo diálogo en las ciencias sociales. Costa Rica, 2015. Título del trabajo:
Juventud y política en los años 80s en Argentina: acción estatal, experiencias
organizativas y demandas emergentes en la recuperación democrática.
[18] FAVIERI TUZIO, Daniel. Raúl Alfonsín
¿el padre de la Democracia? Editorial Imaginante, Bueno Aires, 2020.
[19] Vommaro,
P., Vázquez, M., & Blanco, R. XXX Congreso ALAS-Pueblos en movimiento: un
nuevo diálogo en las ciencias sociales. Costa Rica, 2015. Título del trabajo:
Juventud y política en los años 80s en Argentina: acción estatal, experiencias
organizativas y demandas emergentes en la recuperación democrática.
[20] Id. Ibidem.
[21] Id. Ibidem.
[22] Véase también el artículo Cromañón,
el peligroso declive del rock nacional de 2020 mediante el cual el autor
refiere a una extensión posterior a 2001 con la tragedia de Cromañón. https://www.academia.edu/44803377/Croma%C3%B1%C3%B3n_el_peligroso_declive_del_rock_nacional
[23] ADAMOVSKY, Ezequiel. Historia de la
clase media Argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919 – 2003. Editorial
Planeta, Buenos Aires, 2012.
[24] Vommaro,
P., Vázquez, M., & Blanco, R. XXX Congreso ALAS-Pueblos en movimiento: un
nuevo diálogo en las ciencias sociales. Costa Rica, 2015. Título del trabajo:
Juventud y política en los años 80s en Argentina: acción estatal, experiencias
organizativas y demandas emergentes en la recuperación democrática.
[25] FAVIERI TUZIO, Daniel. Raúl Alfonsín
¿el padre de la Democracia? Editorial Imaginante, Bueno Aires, 2020.
[26] Correa,
Gabriel (2002) "El rock argentino como generador de espacios de
resistencia: ". En: Huellas, No. 2, p. 40-54.
Dirección URL del artículo: https://bdigital.uncu.edu.ar/1276. Fecha
de consulta del artículo: 12/01/21.
[27] Id.
Ibidem
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