sábado, 22 de diciembre de 2018

Los recursos naturales y la tecnología: Foco Las Toninas.



En eso de que por defecto los recursos naturales son de las sociedades que viven dentro del territorio al cual estos pertenecen, para el caso, es mentira.
Y partimos de una mentira en cuanto a que, si la posibilidad de que esos recursos naturales son trabajados, explotados y dominados por empresas de capitales extranjeros, mínimamente deberían garantizar una fuente de empleos sustentables, de mejoras de la región que los alimenta y de producciones que fomenten la actividad tecnológica, es decir el progreso de los dos mil. Es mentira.
Por ende, si los recursos naturales son “compartidos” con empresas de capitales demasiado beneficiadas por este razonamiento, la ecuación no cierra cuando decimos que Las Toninas, ese espacio turístico anticuado, invernalmente desolado y con altos índices de desempleo, se cierra a las innovaciones del progreso.
A razón de esto… ¿Cómo es que un lugar tan reconocido en la jerga turística no tiene un lugar de preponderancia en el imaginario colectivo? ¿De qué manera sus playas enormes fueron libradas al azar de grandes empresas constructoras que generaron una avanzada irrefrenable de la marea? ¿Cómo es posible que su envoltura (San Clemente y Santa Teresita) hayan crecido tanto en estos últimos años y Las Toninas no?. La respuesta es siempre la política. A alguien se beneficia de lo siguiente:
Las Toninas, ese espacio verde repleto de mar que a veces ronda lo bizarro en algunos comentarios de producciones de Pol – Ka y otras, ha sido víctima de los sucesivos desamparos del clan de intendentes político – hereditarios de los De Jesús. Años de una vista gorda que hoy llevan a su máxima expresión las políticas de abandono. Y cuando hablamos de abandono no solo lo hacemos por sus recursos naturales, sino también por una sociedad pequeña que no vio ni ve los frutos de los supuestos adelantos.
Desde los años menemistas que el vacío político  comenzó a sentirse. En forma gradual, los robos a propiedades, las changas “por lo que se pueda” y la marginalidad social hicieron del abandono una costumbre demasiado naturalizada. Que no haya trabajo es por costumbre. Que no limpien los enormes pastizales, es por costumbre. Que no modifiquen la ayuda social, es por costumbre. Y así el deterioro se volvió una costumbre de carteles que rezan: “si le robaron, busque en los yuyos que siempre guardan las cosas ahí hasta que las pasan a buscar al otro día”. Eso también se volvió una costumbre. Como el no hacer.
Las Toninas fue, antes de esa época de los noventas, un espacio auspicioso para veranear. Sinónimo de tranquilidad y familia, de pequeño centro que cumplía con las necesidades básicas y de lugareños que se adaptaban fácilmente a la inyección del turismo que se avecinaba a sus costas en temporada. Es decir, los vecinos preparaban con orgullo el veraneo. Hasta incluso se promovían actividades como votar “el mejor parque de Las Toninas”, el arte con arena (se realizaban esculturas en la arena) o “la mejor vidriera comercial”. Entonces toda esa sociedad inevitablemente trabaja para mejorar el lugar. Pero luego del desastre de los noventas (y ya entrados en los dos mil) Las Toninas sufrió la debacle de todo aquello. Quedó huérfana de paternalismo político y acéfala de poder presente. Al menos en lo que se relaciona al bienestar…
Esto último refiere a que en la relación Medio ambiente – Tecnología, Las Toninas le da al mundo una capacidad de conexión irrefutable, le presta sus mares a la globalización y su infraestructura al capital. Su Medio – ambiente produce más dinero que metalurgias locales, fábricas de muebles e incluso el mismo municipio. Pero pocos saben que Las Toninas entrega al mundo la conexión de última generación que interconecta a América con el resto. Internet. La fibra óptica más utilizada. El 4 G.
Como asegura una vecina de Las Toninas en la nota de la revista Viva que saldrá publicada este domingo, los beneficios de la fibra óptica no fueron siquiera la posibilidad de que las Escuelas de la zona tuvieran internet gratis. Mucho menos, esto lo creo yo, computadoras que se puedan conectar. Es preciso realizar una cuenta rápida en base a los costos de dicha obra. Ínfimos en comparación a la ganancia producida por estas costas de Argentina.
Entonces se desprende un mundo en el cual el dinero pasa por al lado. Y así, los verdaderos realizadores de tan grande obra de la tecnología no reciben ningún tipo de progreso.
La posibilidad de la utilización de los recursos de Las Toninas, podrían haber generado el probable crecimiento de un pueblo solo recordado cuando alguna campaña política de necesidad lo recuerda. O cuando hay algún robo o bien cuando sus propios vecinos promueven focos grupales que cumplen con la formalidad de cuidarse entre ellos. Algo que ni la misma policía puede garantizar.
Como grandes contribuyentes del caudal que representa el municipio, sería lo más justo que tomen parte de las ganancias producidas por una tecnología que incluso desconocen. Y que ni siquiera invita a un bienestar. Porque la marginalidad continúa. Y la vista gorda también. Porque no se mejora la infraestructura, no se invierte en el progreso y no existe una obra pública real.
Cuando la gente pasa sus veranos allí muy pocas veces reparan en esto. En esa cuestión tecnológica que, incluso, podría beneficiarlos aún más. De esta forma, en esta relación de los recursos naturales y la tecnología, el balance es negativo para ese conjunto de personas que pasan desapercibidos. Que no perciben ganancias ni respeto. Que son la resultante de un despojo. Que durante el invierno se las tienen que arreglar como pueden para subsistir. Que necesitan de la deuda para poder comer. Que Educan como pueden. Que protegen como pueden. Hasta incluso sufren como pueden. Mientras que por delante de sus narices, capitales de fibra óptica y dólares llenan los bolsillos de grandes empresarios y políticos.
Todas las preguntas que nos hacíamos al principio, y esta forma tan incorrecta de pensar que está en mi esencia, me hacen ver que las respuestas tienen una sola destinataria. La diplomacia política que permite que los negocios que se realizan con los recursos naturales de la Argentina sean la expansión económica de unos pocos sin algún beneficio real para muchos. No se puede regalar nuestro medio ambiente sin pensar en nuestros ciudadanos y ciudadanas. No se puede relegar a quienes debieran ser los verdaderos beneficiados y beneficiadas. Este mundo peca de desigualitario. Pero pervive de la nostalgia. Esperemos que la nota en la revista Viva arroje leña al fuego y surja una nueva iniciativa, para que verdaderamente el equilibrio de “compartir” los recursos naturales con la tecnología, tenga un efecto positivo para la gente. 



1 comentario:

  1. Sin dudas un lugar que, como bien decís, genera riqueza pero es pobre y abandonado... ojalá algún día progrese... se lo merece con todo lo que entrega al mundo entero... Quizás algún día se pueda volver a veranear en ese lugar en el que me ha pasado varias veces (no una sola vez) que los policías sabían dónde escondían los delincuentes las cosas que me habían robado después de revolver toda mi casa llena de rejas (como una jaula de pajaritos)... el tema era que mis cosas, según la seguridad del lugar, estaban entre los yuyos (citándote y recordando mi mal momento) pero ellos no iban a entrar por miedo a las serpientes...

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