domingo, 30 de diciembre de 2018

La naturalidad climática durante la globalización



Siendo más tarde que temprano, nos vemos en la incontrolable naturalidad de levantarnos una mañana y observar en las calles los estragos de un temporal. Se nos ha hecho casi habitual entrar al trabajo con un sol radiante y, seis u ocho horas después, sufrir interminables tormentas que se llevan puestos autos, postes de luz y árboles. Se nos hizo parte del día a día que las inundaciones, los tsunamis y los tornados comenzaran a pasar desapercibidos por los sendos gobiernos de turno que solamente adjudican a la tempestad y la desgracia la razón de un calvario extremadamente social.
“(…)hay dos características del cambio climático actual que hace que los impactos biofísicos y sociales globales asociados sean únicos en la historia del planeta: la rapidez e intensidad con la que este cambio está teniendo lugar, en espacios de tiempo tan cortos para la evolución del Planeta como décadas; y la actividad humana como motor de todos estos cambios”. (PARDO BUENDÍA 2007: 1)
Generalmente las impericias de los Estados al respecto promueven la indeterminación necesaria para elaborar proyectos serios que luchen contra el calentamiento global, son las mismas impericias que liberan de preocupaciones y precauciones a las clases gobernantes que, por lo general, no pertenecen a las clases consideradas medias y bajas dentro de una Nación.
Las zonas de confort se encuentran en una situación muy distinta. No están pegadas al Riachuelo, no se permiten la estadía en calles de tierra (salvo que sea dentro de un Country) ni se abren a la recepción de aquellos que deben huir de los espacios afectados por el salvajismo del clima. Un salvajismo curiosamente alimentado por aquellos que detentan el poder.
Específicamente hablando de situaciones desconcertantes, la venta de la tierra acarrea hoy un combo beneficioso para unos pocos. La venta de extensos terrenos que se encuentran lindantes a barrios de menores recursos se compran por un porcentaje ínfimo y se venden a cifras exorbitantes. Dentro del combo, la tierra, el agua y las murallas son una oferta perfecta. Mientras en los alrededores el individuo común traslada baldes de agua potable, en muchos countries los ríos son artificiales. Mientras fuera de las murallas los individuos intentan construir una casilla con lo que encuentran, en los barrios ostentosos se anclan muebles producto de grandes talas de árboles. Y mientras que las calles de la zona están inundadas luego de un diluvio, en los barrios de mayores recursos se utilizan canaletas anti lluvia que incluso acentúan el crecimiento del agua hacia afuera.
En 2016 la justicia prohibió en 16 municipios (entre ellos Luján y Tigre) la construcción de countries que inexorablemente hubieran aumentado la crecida de las cuencas. A la vez, cabe destacar que las obras públicas y subsidios para los damnificados de las anteriores inundaciones de Luján no se habían concretado. Actualmente son 60 los countries que están en contacto con los cursos del agua.
Mientras tanto los grandes grupos económicos, los G8 y los G20, las cumbres americanas, las fundaciones inertes… Nada de todo esto pone en discusión las verdaderas razones del calentamiento global ni esbozan una culpabilidad de sus consecuencias.
Podríamos enumerar como causas del calentamiento a la sobre explotación de los recursos naturales, la emisión del dióxido de carbono, la actividad solar, el aumento del vapor entre otras y que derivan en consecuencias como el derretimiento de glaciares, mayor cantidad de tormenta, cambios de clima. Todo esto conlleva en realidad a una mayor incapacidad humana de entender que el deterioro del Medio Ambiente es en realidad el deterioro de las sociedades. En efecto, aquellos que viven en la marginalidad y el olvido son los grandes perdedores de esta batalla.
“Por tanto, el cambio climático, por encima de otras consideraciones, es un hecho social, puesto que tiene sus causas en gran medida en las actividades humanas, y porque además son las sociedades globales y específicas, así como las personas que componen esas sociedades, quienes finalmente van a sufrir sus consecuencias directa o indirectamente a través del cambio del medio biogeofísico. Es un hecho social también por razón de que su solución (o resolución) no puede hacerse por la naturaleza, por el medioambiente, sino por la sociedad”. (PARDO BUENDÍA 2007: 3)
Cuando hablamos de calentamiento global no observamos por encima del término. La clase política, en discusiones vagas, pierde los ejes de un discurso que se cae a pedazos. Y los países, afectados todos por este efecto, no pueden hacer nada ante la irracionalidad de los líderes que los representan. Para Donald Trump el efecto invernadero es poco creíble, aunque la realidad es que sus intereses chocan directamente con la necesidad de reducirlo. Incluso The New York Times lo ha llamado “el negacionista del cambio climático”.
A raíz de esto, la ONU realizó un informe mediante el cual expresa que si no se cambia radicalmente la economía, hacia 2040 existirán transformaciones sociales sin precedentes como las sequías, los incendios forestales y las incontrolables inundaciones.
“Nos dice que necesitamos revertir las tendencias de emisiones y dar un giro súbito a la economía mundial”, dijo Myles Allen, un climatólogo de la Universidad de Oxford y uno de los autores del informe.
Los cambios climáticos se nos vienen haciendo naturales. No estamos prestando atención a los intensos llamados de la naturaleza que, agobiada y desolada, lidera la batalla del bienestar.
“La gobernabilidad medioambiental se refiere en particular a todo lo tendente a la creación de los marcos y capacidades institucionales necesarios para asegurar los bienes públicos medioambientales y la equidad en el acceso intra e intergeneracional a los mismos, así como a la prevención y manejo de las crisis y situaciones de conflicto. Precisamente, una de las posibles consecuencias del cambio climático es la ya visible tendencia a la privatización de los bienes comunes (el aire por ejemplo). La gobernabilidad es una de las esferas claves de prevención y adaptación de las sociedades al cambio climático, que aún requiere un desarrollo teórico y práctico en el análisis de impacto social”. (PARDO BUENDÍA 2007: 12)
Socialmente hablando, aquellos que viven en la marginalidad (continentes como el África o regiones de América central y del sur) presentan altos índices de pobreza y desamparo. Son olvidados en los proyectos políticos y desoídos en los reclamos. Aquel que pasa tan a diario por el Riachuelo, contaminado y oscuro, puede reparar en su olor, pero no en su verdadero desamparo. El de su gente. Aquel que debe bañarse en sus aguas y vivir a su margen. Cuesta entender entonces la naturalidad de los individuos, de los diarios, de las revistas, de los periodistas, etc. Cuando hablan con tanto despojo del cambio socio – ambiental. Es tiempo de preocuparse y la tarea empieza en casa. Nos hicimos habitués de un desorden ambiental que, estoy seguro, no todos queremos. Se trata de convivir con nuestro ambiente, de mejorarlo y de promover conciencia para que la armonía en la tierra sea realidad.

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