domingo, 2 de abril de 2017

Malvinas, la sangre olvidada



“Aunque el oficial no lo sabía cuando recibió la convocatoria del almirante Jorge Isaac Anaya, ese día su historia personal cambió junto con la de todo el país. Para Lombardo fue un día especial que no olvidaría jamás”. (Van der Kooy 1983)
Aunque no lo parezca, así daba comienzo la guerra de Malvinas. Luego de ese llamado al oficial Lombardo, lo que seguiría sería la destitución de Viola, nombrándose a Leopoldo Galtieri como nuevo comandante en jefe del ejército.
De esta manera la “interna militar” con deposiciones y movimientos administrativos, quedaba en evidencia.
Había una clara necesidad. Ya no se trataba de salvar al país de un desfalco económico, sino que era insalvable. Y el gobierno de facto ya no podía lidiar con la deuda externa ni con la voz popular.
Sin embargo, el día en que Galtieri pronunciara el discurso de guerra en la Plaza de mayo, utilizó todo su vehemente discurso para convencer a toda la Nación. La multitud se unió a su voz para cantar el Himno Nacional Argentino, luego de haber comparado aquel momento con los días de la Independencia.
El sistema era claro. Desviar la atención de la población y, a cuentas de un futuro éxito, perpetuarse en el poder. De esta manera activaron un sistema publicitario que actuó de forma directa en el pueblo argentino.
Los diarios se transformaron en un cuento épico con resultado a favor. Pero no daban cuenta de que los chicos tenían frío y pasaban hambre. La gente recibía en sus casas a la música nacional, porque se había prohibido toda canción grabada en inglés. Para Fito Páez “Fue la primera comercialización social del rock” en beneficio de algo que su música no pronunciaba.
Para Luis Alberto Spinetta significaba que “Te mando los chicos a la guerra y les paso tu música. Que mierda. Era mejor que ni te la pasaran”.
En ese contexto, el rock pasó a ser utilizado, incluso con un multitudinario festival en beneficio de los chicos. El fin era recaudar fondos, ropa y comida para enviar a las Islas. Pero nada de eso llegó a destino. Los músicos fueron manoseados, pero no habían perdido la oportunidad de hacerse escuchar. Ese día, Charly cerró con “Rasguña las piedras” con la lucidez de siempre.
En ese sistema publicitario, Galtieri había tenido que rebajarse. La música que durante tanto tiempo censuró, le servía para acercarse un poco más al pueblo que ya comenzaba a recibir los rumores de que nada era tal como lo contaban.
Los jugadores de fútbol que triunfaban en Europa, no podían creer lo que escuchaban de sus familiares. “¡Vamos ganando la guerra!” le decían a Kempes que lloraba del dolor al escucharlos. Él sabía que no era así.
Por otro lado, desde ATC se habían emitido programas en los que Galtieri se entrevistaba con jovenes argentinos. La intención era hacerle creer a la sociedad que la juventud estaba de acuerdo con su gobierno.
Pero, todo tiene un fin. Y la guerra de Malvinas terminó de la peor manera. Muchos chicos quedaron en el campo de batalla. Muchos otros pudieron regresar. Pero, el hueco que se produjo fue muy profundo. Con la guerra, también se definió la suerte de la democracia argentina.
Para Ernesto Laclau, no solamente un líder puede ser populista por el solo hecho de pertenecer a partidos de izquierda, sino que también puede ser hasta el más liberal e incluso el más autoritario.
En los dos desvíos de atención más importantes (el mundial del 78 y la guerra de Malvinas) la dictadura jugó con un nacionalismo discursivo y un entramado político si se quiere, capáz de homogeneizar a todo un país en pos de perpetuarse un poco más. Llenó de esa forma, las necesidades de una sociedad desanimada y vapuleada.
La jugada no resultó como en el mundial y el sistema publicitario que habían elucubrado se les volvió en contra. Debieron comenzar la transición y retirarse para ser juzgados. Pero en el medio, muchas vidas se perdieron.
Inevitablemente, aquellas heridas aún no cicatrizaron y la causa Malvinas, tomó un rumbo político, disfrazado en un cuento diplomático. No se trata de pelear por Malvinas como tal, sino de pelear por el beneficio personal. Malvinas es para el poder, directamente funcional a negociaciones en las cuales se cede más de lo que se gana. Mientras tanto, aún permanecen, frías y lejanas, las cruces de los soldados caídos. Algunas de ellas todavía figuran anónimas.
“La Guerra de las Malvinas, guerra patria que por un rato unió a los argentinos pisadores y a los argentinos pisados, culmina con la victoria del ejército colonialista de Gran Bretaña. Quienes declararon la guerra no estuvieron en ella ni de visita. Para que la bandera argentina flameara en estos hielos, causa justa en manos injustas, los altos mandos enviaron al matadero a los muchachitos enganchados por el servicio militar obligatorio, que más murieron de frío que de bala. No les tiembla el pulso: con mano segura firman la rendición los violadores de mujeres atadas, los verdugos de obreros desarmados”. Eduardo Galeano.

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