domingo, 18 de junio de 2017

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL, UN PROCESO EN EL TIEMPO



¿Qué es un proceso? ¿Cuáles son las características que determinan que ese determinado espacio en el tiempo, cobre la significancia necesaria para el análisis? ¿Cómo reaccionan las mentalidades de una época político – social intensa y con horizontes claros y estructurados?
Cada una de etas preguntas realizadas, proponen un análisis transversal, derivado de profundos pensamientos idealistas, basados en convicciones con supuestas metas pre establecidas: En contexto, no existe un territorio unificado sin una línea de continuidad, no existe lo “nacional” sin un simbolismo, no existe territorio si no se piensa en el “otro” (siendo esta la construcción final de este trabajo).
Pero para entender de qué habla este trabajo (es necesario aclararlo) debemos abstraernos de todo pensamiento actual relacionado a represiones, holocaustos, expropiaciones y violencia militar. No porque el texto opere como un aval a esas políticas, sino básicamente para lograr insertar nuestra mente en el pensamiento de aquellos años. A tales efectos, al finalizar este texto, se darán cuenta que cada uno podrá sacar sus propias conclusiones, subjetivados por sus propios ideales.
Un proceso de tiempo, es una sucesión de hechos mediante los cuales sus causas y consecuencias determinan rupturas en la línea que permiten un cambio de sistema, de pensamiento o de políticas que determinan el progreso de la sociedad. (Por ejemplo, la Revolución de mayo de 1810).
Dentro de un proceso, debemos tener en cuenta ciertos factores de análisis: el tiempo al que se remontará el objeto de estudio, el espacio geográfico que determina los rumbos que tomará cada acción y decisión, los actores sociales que se enmarcan en dicha época y el contexto internacional, tanto económico como social.
Para el caso de las mentalidades, analizaremos “la construcción del Estado Nacional argentino”, desde dos de sus figuras principales y tan dispares a la vez: Mitre y Sarmiento.
En cuanto al primero, podemos decir que su figura se enmarca dentro de los parámetros de la política y la Historia.
Desde el acuerdo sellado con Urquiza, Mitre se enmarca dentro de la reorganización institucional y política del Estado y propone desde sus lineamientos, una estructura basada en los principios militares de la época. “Consolidada la base de operaciones, es decir Buenos Aires, mi plan político – militar es dominar militarmente a Santa Fe, extendiéndome hasta Córdoba, para desenvolver sobre esa ancha y sólida base los trabajos de la reconstrucción nacional bajo la influencia de las ideas de Buenos Aires”. [1]
Hacia 1862, la idea de promover un Estado Nacional, se propagaba en relación a las provincias mencionadas por Bartolomé Mitre, las cuales parecían ser el eje transversal de dicha empresa.
Ya la Constitución de 1853 había servido para que Liberales y Federales, produjeron un diálogo de fuerzas reunidos a fin: Descomponer el aparato Unitario y formalizar un salto a los sesentas desde esas posiciones inequívocas.
Ante un escenario que promovía amenazas militares e insurrecciones constantes, recae en Mitre el poder de convocatoria a elecciones erigiendo su nombre como el más capacitado para llevar adelante las ideas de Estado – Nación.
A partir de aquí, se formaliza el primer gobierno de sufragio Nacional, y la necesidad de cumplimentar aquellos objetivos de Centralizar el poder, tal lo había instaurado Urquiza.
Pero además, Mitre propone dos cuestiones a sabiendas importantes: la creación de una identidad Nacional, basada en la Historia de las tradiciones y símbolos que concordaran con los lineamientos del futuro Estado y la definitiva estructuración de los poderes.
En ese marco, después de Pavón, instituciones como el Congreso, las escuelas y la aduana entre otras, resultan ser el factor determinante de una ecuación que arroja como resultado un lineamiento político de la identidad.
El escrutinio (el voto) proporciona la unificación territorial, pero no política. Durante estos años, la di división liberal entre Mitristas y autonomistas genera rupturas dentro de la misma estructura, pero no por eso la pérdida de los ejes: nacionalización de la aduana, inmigración, Educación nacional, impulso ferroviario para la comunicación de territorios aislados, la reorganización del banco provincia y el código civil y de comercio.
Entre estas obras, la construcción del Estado nacional se presenta como el viraje de una sociedad al capitalismo y a la evolución de las ideas positivistas.
Desde aquí, Domingo Faustino Sarmiento, en su pensamiento progresista (entendido dentro de los contextos de la época) llega a la presidencia de la Nación realizando alianzas mediante de las cuales logra imponer su prestigio, su pluma y su acción.
Desde 1868 hasta 1874, Sarmiento propone desde la Educación la alfabetización Nacional tanto de todo aquel habitante del territorio y de los inmigrantes de quienes se decía “que no somonos nosotros los que debemos hablar su lengua, sino ellos la nuestra”.
Por lo tanto, con el impulso de la escuela pública, Sarmiento produce un cambio en la sociedad, acompañado por diversas iniciativas de su gobierno: 800 nuevas escuelas que producirían 100000 habitantes educados, la apertura hacia la ciencia para la explotación de las minas en Catamarca, la “colonización” del territorio (ocupado y desocupado) y la promulgación de 24 escuelas populares.
Mediante la extensión de líneas férreas y telegráficas, amplió la comunicación del territorio y produjo un gradual avance capitalista que encontraría su apogeo en los tiempos de Roca.
Como una constante de ambos presidentes (Mitre y Sarmiento) la guerra del Paraguay fue un hecho que significó: Por un lado la necesidad de apagar el avance del Paraguay que se formaba como futura potencia y por el otro la alianza con países económicamente interesados en la región.
De esta manera, la “colonización” jugó un rol fundamental: la ocupación de territorios vacíos y propensos a su pérdida antes países vecinos y la ocupación de territorios ocupados por nativos que eran desprovistos (por cohesión o coerción) de sus espacios y tiempos.
La construcción de un Estado Nacional quedó delimitada sobre la siguiente base: Para Rosas, el federalismo con fuerte centralización en Buenos Aires, para Urquiza el avance hacia la construcción del Estado y para Mitre el nacionalismo liberal. Mientras tanto, Sarmiento se erigía como la consolidación del primero y la reorganización del segundo.
Para estos casos, la identidad nacional mediante símbolos (la bandera, San Martín y Belgrano), la estructura económica (el trabajo de la tierra y la inmigración, pero también el avance hacia un Estado capitalista) y la violencia militar (con la guerra del Paraguay y los esbozos de la campaña del desierto) fueron la línea que generó la Construcción del Estado Nacional y no la ruptura de dicha necesidad. Por el contrario, la base político – social funcionó bajo estos parámetros de pensamientos ideológicos y formulaciones científicas y capitalistas.




[1] Carta del 29 de octubre de 1861 a su amigo Rufino. 

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