LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL, UN PROCESO EN EL TIEMPO
¿Qué es un proceso? ¿Cuáles son
las características que determinan que ese determinado espacio en el tiempo,
cobre la significancia necesaria para el análisis? ¿Cómo reaccionan las
mentalidades de una época político – social intensa y con horizontes claros y
estructurados?
Cada una de etas preguntas
realizadas, proponen un análisis transversal, derivado de profundos
pensamientos idealistas, basados en convicciones con supuestas metas pre
establecidas: En contexto, no existe un territorio unificado sin una línea de
continuidad, no existe lo “nacional” sin un simbolismo, no existe territorio si
no se piensa en el “otro” (siendo esta la construcción final de este trabajo).
Pero para entender de qué habla este
trabajo (es necesario aclararlo) debemos abstraernos de todo pensamiento actual
relacionado a represiones, holocaustos, expropiaciones y violencia militar. No
porque el texto opere como un aval a esas políticas, sino básicamente para
lograr insertar nuestra mente en el pensamiento de aquellos años. A tales
efectos, al finalizar este texto, se darán cuenta que cada uno podrá sacar sus
propias conclusiones, subjetivados por sus propios ideales.
Un proceso de tiempo, es una
sucesión de hechos mediante los cuales sus causas y consecuencias determinan
rupturas en la línea que permiten un cambio de sistema, de pensamiento o de
políticas que determinan el progreso de la sociedad. (Por ejemplo, la
Revolución de mayo de 1810).
Dentro de un proceso, debemos
tener en cuenta ciertos factores de análisis: el tiempo al que se remontará el
objeto de estudio, el espacio geográfico que determina los rumbos que tomará
cada acción y decisión, los actores sociales que se enmarcan en dicha época y
el contexto internacional, tanto económico como social.
Para el caso de las mentalidades,
analizaremos “la construcción del Estado Nacional argentino”, desde dos de sus
figuras principales y tan dispares a la vez: Mitre y Sarmiento.
En cuanto al primero, podemos
decir que su figura se enmarca dentro de los parámetros de la política y la
Historia.
Desde el acuerdo sellado con
Urquiza, Mitre se enmarca dentro de la reorganización institucional y política
del Estado y propone desde sus lineamientos, una estructura basada en los
principios militares de la época. “Consolidada la base de operaciones, es decir
Buenos Aires, mi plan político – militar es dominar militarmente a Santa Fe, extendiéndome
hasta Córdoba, para desenvolver sobre esa ancha y sólida base los trabajos de
la reconstrucción nacional bajo la influencia de las ideas de Buenos Aires”. [1]
Hacia 1862, la idea de promover
un Estado Nacional, se propagaba en relación a las provincias mencionadas por
Bartolomé Mitre, las cuales parecían ser el eje transversal de dicha empresa.
Ya la Constitución de 1853 había
servido para que Liberales y Federales, produjeron un diálogo de fuerzas
reunidos a fin: Descomponer el aparato Unitario y formalizar un salto a los
sesentas desde esas posiciones inequívocas.
Ante un escenario que promovía
amenazas militares e insurrecciones constantes, recae en Mitre el poder de
convocatoria a elecciones erigiendo su nombre como el más capacitado para llevar
adelante las ideas de Estado – Nación.
A partir de aquí, se formaliza el
primer gobierno de sufragio Nacional, y la necesidad de cumplimentar aquellos
objetivos de Centralizar el poder, tal lo había instaurado Urquiza.
Pero además, Mitre propone dos
cuestiones a sabiendas importantes: la creación de una identidad Nacional,
basada en la Historia de las tradiciones y símbolos que concordaran con los
lineamientos del futuro Estado y la definitiva estructuración de los poderes.
En ese marco, después de Pavón,
instituciones como el Congreso, las escuelas y la aduana entre otras, resultan
ser el factor determinante de una ecuación que arroja como resultado un
lineamiento político de la identidad.
El escrutinio (el voto)
proporciona la unificación territorial, pero no política. Durante estos años,
la di división liberal entre Mitristas y autonomistas genera rupturas dentro de
la misma estructura, pero no por eso la pérdida de los ejes: nacionalización de
la aduana, inmigración, Educación nacional, impulso ferroviario para la
comunicación de territorios aislados, la reorganización del banco provincia y
el código civil y de comercio.
Entre estas obras, la construcción
del Estado nacional se presenta como el viraje de una sociedad al capitalismo y
a la evolución de las ideas positivistas.
Desde aquí, Domingo Faustino
Sarmiento, en su pensamiento progresista (entendido dentro de los contextos de
la época) llega a la presidencia de la Nación realizando alianzas mediante de
las cuales logra imponer su prestigio, su pluma y su acción.
Desde 1868 hasta 1874, Sarmiento
propone desde la Educación la alfabetización Nacional tanto de todo aquel
habitante del territorio y de los inmigrantes de quienes se decía “que no
somonos nosotros los que debemos hablar su lengua, sino ellos la nuestra”.
Por lo tanto, con el impulso de
la escuela pública, Sarmiento produce un cambio en la sociedad, acompañado por
diversas iniciativas de su gobierno: 800 nuevas escuelas que producirían 100000
habitantes educados, la apertura hacia la ciencia para la explotación de las
minas en Catamarca, la “colonización” del territorio (ocupado y desocupado) y
la promulgación de 24 escuelas populares.
Mediante la extensión de líneas
férreas y telegráficas, amplió la comunicación del territorio y produjo un gradual
avance capitalista que encontraría su apogeo en los tiempos de Roca.
Como una constante de ambos
presidentes (Mitre y Sarmiento) la guerra del Paraguay fue un hecho que
significó: Por un lado la necesidad de apagar el avance del Paraguay que se
formaba como futura potencia y por el otro la alianza con países económicamente
interesados en la región.
De esta manera, la “colonización”
jugó un rol fundamental: la ocupación de territorios vacíos y propensos a su
pérdida antes países vecinos y la ocupación de territorios ocupados por nativos
que eran desprovistos (por cohesión o coerción) de sus espacios y tiempos.
La construcción de un Estado
Nacional quedó delimitada sobre la siguiente base: Para Rosas, el federalismo
con fuerte centralización en Buenos Aires, para Urquiza el avance hacia la
construcción del Estado y para Mitre el nacionalismo liberal. Mientras tanto,
Sarmiento se erigía como la consolidación del primero y la reorganización del
segundo.
Para estos casos, la identidad
nacional mediante símbolos (la bandera, San Martín y Belgrano), la estructura
económica (el trabajo de la tierra y la inmigración, pero también el avance
hacia un Estado capitalista) y la violencia militar (con la guerra del Paraguay
y los esbozos de la campaña del desierto) fueron la línea que generó la
Construcción del Estado Nacional y no la ruptura de dicha necesidad. Por el
contrario, la base político – social funcionó bajo estos parámetros de
pensamientos ideológicos y formulaciones científicas y capitalistas.
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