Grandes figuras desfilaron por sus escaleras en la época de
oro del hotel. Misterios varios se sucedieron en lo que algunos habrían de
llamar el “Titanic” argentino. Incontables anécdotas fantasmagóricas se
sucedieron entre sus ruinas. Y un pasado de condena anti nazi tiñó de oscuro
sus blancas y lujosas paredes al pie de las sierras cordobesas. Sin embargo el
Hotel Edén fue más que esto. Fue la estructura en donde se desarrolló parte de
la Historia del mundo en general y de la Argentina en particular. Un espacio de
descanso para las altas elites de Europa y para grandes personalidades de nuestro
país. Un análisis que merece la pena ser vivido.
Demás está decir que durante el período recorrido desde 1898
hasta 1946 (con la fundación del Hotel Edén y el final de la segunda guerra
mundial) muchos fueron los sucesos vividos.
En el caso de la Argentina, el ascenso del radicalismo al
poder en 1916, la semana trágica y la Patagonia Rebelde, el primer golpe de
Estado, la muerte de Yrigoyen y el ascenso de la figura de Perón como símbolo
del cambio en la sociedad. En el mundo, los nacionalismos y la guerra civil
española, la llegada de Hitler como canciller y la invasión a Polonia como
inicio de la Segunda guerra mundial.
Todo lo antedicho se somete al más pormenorizado análisis y
refiere a la cantidad de situaciones que mezclaron a este lujoso hotel con los
más importantes momentos de la Historia a saber: un lujoso hotel de paraísos
europeos soñados y pensados por alemanes utópicos a los que el destino puso en
tela de juicio a lo largo de su vida.
Había viajado a La Falda, Córdoba desde mi infancia. Y había
escuchado de la existencia del hotel Edén durante cada una de las veces que fui
de visita. Incluso jugábamos al fútbol con mis primos en canchas aledañas al
lugar. Pero nunca, ni remotamente, hubiera imaginado lo que escondían los muros
del hotel.
Así, ya adulto y decidido a entrar, me encontré con un lugar
perdido en el horizonte de las ruinas que se dibujaban con las sombras grises
de las sierras que lo abastecieron de agua durante tantos años de existencia.
Inaugurado en 1898 por el alemán Robert Bahlcke (que había
adquirido las 900 hectáreas del territorio perteneciente a Biallet Massé) el
hotel pasó a manos de María Herbert de Kraeutner quien con firmeza y
planificación levantó las hipotecas firmadas con Tornquist.
Además, María decide implementar un sistema de publicidad
que permitiera a las altas alcurnias conocer el lugar.
Pero fueron sin embargo Walter y Bruno Eichhorn quienes
tomaron la posta del hotel en 1912 dando comienzo a la época más intensa del terreno,
pero a la vez la más controversial.
Hasta ese momento habían pasado por sus instalaciones
figuras de la talla de Julio Argentino Roca, Bunge, Rubén Darío y Anchorena entre
otros a los que se les sumaría la figura de Albert Einstein y el misterio de
los oficiales nazis en una etapa álgida de la historia.
Alemania se había transformado en un país ultra
nacionalista, coincidente con la expansión de los fascismos en toda Europa. En
1933 Adolph Hitler es nombrado canciller de Alemania obteniendo grandes
adhesiones a su campaña. Entre estas adhesiones, la familia Eichhorn contribuyó
simbólica y materialmente al ascenso del líder alemán.
A partir de entonces, los intercambios de cartas, las
visitas a Alemania por parte de la familia y la participación activa en la
causa nazi permitieron concentrar la historia de Europa y La Falda haciendo del
hotel un punto de encuentro entre la fama y el ostracismo.
Es que el hotel, ya con los Eichhorn a la cabeza, fue la
visita obligada de las altas clases europeas que buscaban un refugio en el
mundo, mientras que para las argentinas (imposibilitadas de viajar a la Europa
en guerra) fue un nuevo horizonte de anclaje.
Este lugar paradisíaco, pensado como una reproducción de las
tradiciones alemanas, logró el esplendor esperado durante ese tiempo, pero la
oscuridad de 1945 y la caída de Alemania, hicieron que el hotel fuera
expropiado y utilizado como prisión de lujo para diplomáticos japoneses en
connivencia con el EJE.
En 1947 el hotel Edén es devuelto a sus dueños, pero
prontamente se decide la venta del mismo. Aunque en tan corto tiempo, los
Eichhorn fueron producto de varias especulaciones. Entre ellas el haber
albergado a Adolph Hitler quien supuestamente se habría suicidado tras la caída
de Alemania. “Yo lo vi a Hitler. Un día, entrando en una habitación. Tenía el
pelo más largo y no llevaba bigotes” contaba un mozo del hotel en la revista
Viva de 1999.
Lo cierto es que a partir de este hotel (y de los Eichhorn
en particular) la ciudad de La Falda comenzó a fundarse. En principio con un
loteo que permitiría a los mismos empleados del lugar hacerse de un terreno
para construir su casa propia y disfrutar de una nueva tierra que lentamente se
fue formando con cierta estética alemana y dotes de atractivo europeísmo.
No es por casualidad que en La Falda aún los Eichhorn
continúen siendo un nombre de peso a la hora de los reconocimientos, más allá
de su comprobable pasado. Es que éste no puede opacar de ninguna manera lo que
muchos canales de televisión y diarios omiten: que a través de las sucesivas visiones
de los dueños del Hotel Edén, se contribuyó a la Historia argentina y a la
modernización de una forma de hacer turismo en el país.
Cuando los Eichhorn deciden vender el hotel, una sociedad (en
supuesta colaboración con Juan Duarte) conocida como “las tres K” realiza la
compra del mismo y en 1965 (con nueva dueña de por medio) el hotel abriría sus
puertas por última vez.
Así, el misterio del hotel se transforma en mucho más que un
fantasmagórico cuento de terror. Se
vuelve una porción de tierra importante. Una evidencia de la historia mundial.
Un debate cronológico entre sus 120 años de historia por los que no solo fue un
sitio de hospedaje común y corriente, sino que además fue la formación de una
nueva sociedad de clases subalternas que prontamente se transformaron en
propietarios de clases medias y que a base de construcción y esfuerzo
cautivaron a las más altas clases de nuestro país. Y eso también es parte
importante de nuestro país.
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