La lucha de la mujer a través de los tiempos, entramó a su
figura en un debate constante. No solo eso, sino que además, por propias
voluntades, se abrió paso dentro de las estructuras políticas, sociales y económicas.
Desde el ascenso de la mujer a un mercado de trabajo,
mejorando progresivamente sus condiciones sobre todo en el siglo XX, ya nadie
pudo discutir su bien ganado lugar. A lo sumo el esbozo machista que se
escucha, es un manotazo de ahogado, una sensación de intranquilidad o bien una
incomodidad propia de una revalorización constante del sexo femenino.
Increíblemente (y a pesar de los vertiginosos cambios) la
mujer se encuentra en un lugar entendido aún como una debilidad. Víctima de los
abusos y excesos de la sociedad, muchas veces queda reducida a esa figura, generada
incluso desde los mismos movimientos feministas que no reparan en la necesidad
de reforzar con más énfasis ese rol y se prestan a juegos mediáticos de poderes
económicos que dicen reivindicarla haciendo lo contrario.
Sin embargo, su figura de poder dentro de la sociedad no
debe quedar sometida al discurso de aquellos que lucran con esa mirada. Sino
que debe ser correctamente apreciada como lo que es: un ser humano que a través
de sus propias conquistas ha logrado superar un sistema que no se prestaba al
debate, excepto cuando este fue derrotado en su propio terreno.
De esta manera, la mujer se vuelve una realidad del nuevo
campo social. Toma las riendas de este inescrupuloso sistema desigual y se
presenta como la causa y el efecto de las movilidades sociales.
Tal es así que dentro de un ambiente netamente machista como
es el mundo de la música, la feminidad también abrió las aguas y pasó campo
abierto las fronteras del debate. Se transformó en una realidad.
A tales efectos, figuras nacionales como Fabiana Cantilo
logran causar los mismos efectos en los oídos de un hombre como de una mujer,
de un rockero o de un folklorista, reversionando temas que habían quedado en el
olvido.
El metal no es caso omiso del asunto. Aquellos grupos como
Épica o Delain y Nightwish se suben al podio liderado por la cantante finesa
Tarja Turunen que, para sorpresa de quien escribe, presenta un público con
mayoría de hombres saltando y pogueando al ritmo de su voz.
Así, el metal (esa música tan representativa de lo masculino)
es influido claramente por la figura femenina y por su estética.
Cito a consideración el caso de Tarja Turunen debido a la
internacionalidad de la cantante y de su multiplicidad para adaptarse a las
distintas épocas. Además, en su último trabajo, presenta un tema sobre
violencia de género y esboza en sus conciertos el mismo mensaje: nosotras somos
lo suficientemente fuertes como para producir el cambio de nuestras vidas.
Los puentes sociales han sido tendidos, resta por equilibrar
las posiciones y elegir las armas de lucha para llevar adelante un mejor
entendimiento, una mayor consideración y un mejor progreso como lo que somos:
seres humanos.
Por consiguiente, es necesario que el hombre se adecúe al
nuevo sistema de competencia y genere el mismo progreso del que hablamos. Pero
dentro de este esquema inicial, surge del texto entero una pregunta… ¿Estamos
preparados para ese cambio?
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