lunes, 21 de noviembre de 2016


Sobre populismo: La parte teórica de la cuestión. (Sobre teorías de Ernesto Laclau y Gloria Álvarez)

Daniel Favieri

En este breve texto, me propongo esbozar, mediante la teoría empírica, el significado del populismo. De esta manera, el acercamiento mediante contraposiciones de tendencias sociales (como la de Ernesto Laclau) o bien más críticas (como la de Gloria Álvarez), determinará cuál es la definición pura del POPULISMO en el mundo.

Debemos decir en principio, que el populismo ha sido a través de la Historia, una columna vertebral necesaria para el sostenimiento de Instituciones, Estados y hasta incluso castas sociales.

Bien se podría catalogar de populismo aquellas manifestaciones populares del tirano griego Pisístrato, quien en el siglo VI a. C manipuló a las masas populares con obras públicas en Atenas y el primer teatro. También la actuación de las juventudes de la antigua Roma, en donde se garantizaba un mecanismo político - publicitario que funcionaba como nexo entre las masas y los gobernantes. En la época de la colonia, aquellas reformas anti populistas de los borbones fueron las que rebalsaron la ira de los criollos quienes encontraron de manera concreta la excusa perfecta para el liderazgo del populacho. Pero si de populismo hemos de hablar, el peronismo es el claro ejemplo latinoamericano mediante el cual cualquier teoría puede ser, en comparación, un contraste sublime y estimulante.

Hemos hablado de una dinámica del funcionamiento de la sociedad desde arriba hacia abajo, mediante el cual la dialéctica del poder debe contener nexos claros de entendimiento con el pueblo para, de esta manera, romper con la estrecha separación de lo popular con el poder de turno. Si esta dialéctica falla, entonces no se da el populismo y se genera un vacío de poder con presiones que funcionan a la inversa: Desde abajo hacia arriba. Llámese Julio César o Perón.

Ernesto Laclau realiza varias comparaciones con fundamentos científico – sociales para arribar a una conclusión mucho más profunda de lo que significa el populismo. No solo analiza izquierdas y progresismos, sino que también hace hincapié en derechas y ultra derechas. (Inclusive el nazismo).

Por otro lado, Gloria Álvarez centra su mirada en el eficiente funcionamiento de las izquierdas latinoamericanas, poniendo su eje en los sistemas de corrupción y manipulación mediática que permite el dominio de “lo popular”. (Entiéndase izquierdas desde miradas auto impuestas por sus mismos líderes)

Para Laclau, la utilización de ciertos procedimientos imprescindibles para la causa populista, debe ser infalible. Algunas de las cuestiones analizadas le permiten integrar en un mismo análisis los usos del lenguaje, mediante el cual el populismo debe acercarse a un discurso social con los recursos necesarios y confiables para llevarlos adelante. De aquí se desprende el orden del discurso: depende a quién se quiera captar será estructurado ese discurso. Cuánto más fácil sea el acceso de las masas al mismo, más expandible será ese pensamiento. Así, la utilización de los medios masivos de comunicación es otro de los factores imprescindibles para el acceso al dominio de las masas, mediante publicaciones, diarios, libros, revistas, tv, diarios que defiendan con vehemencia las causas que representan.

A la vez, el avance sobre las clases no debió de ser exclusivamente hacia los estamentos más bajos. Debieron de apuntar al hombre trabajador medio. Pero no será sino por una heterogeneidad de ideas por las cuales este populismo habrá de triunfar. Sin esa heterogeneidad, no se lograría el consenso social adecuado.

Así se expresa Ernesto Laclau sobre Perón: “El gobierno popular peronista fue derrocado en septiembre de 1955. Los últimos años del régimen habían estado dominados por un desarrollo característico: el intento de superar la división dicotómica del espectro político mediante la creación de un espacio diferencial totalmente integrado. Los cambios simbólicos en el discurso del régimen son testigos de esta mutación: la figura del descamisado (el equivalente argentino del sans – cullotte) tendió a desaparecer para ser reemplazada por la imagen de la comunidad organizada. La necesidad de estabilizar el proceso revolucionario se convirtió en el leitmotiv del discurso peronista, no solo en el período previo a 1955, sino también en los años siguientes. En 1967 Perón envió una carta en donde decía que toda revolución atraviesa tres etapas: La primera, la preparación ideológica (Lenin), la segunda la toma del poder (Trotsky) y la tercera la institucionalización de la revolución (Stalin). A lo cual añadía que la revolución peronista debía pasar de la segunda etapa a la tercera”. [1]

Inevitablemente el golpe del 55´ cambiaría el orden de las estructuras y, para comenzar a pensar en la conformación del populismo, debía pensarse un “peronismo sin Perón” a través de la mancomunación de partidarios de distintos sectores.

Sin embargo, la retórica peronista capacitada incluso para enfrentarse con el mismísimo Papa católico, logra su regreso en el 73´ a través del sostenimiento de aquel discurso popular del que se había valido en sus anteriores gobiernos (lejos ya de toda capacidad de liderazgo absoluto). Quizás validado por un recuerdo nostálgico de años anteriores.

De aquí podemos desprender entonces que el populismo, a través de su carácter discursivo y mediático (y mediante la re conceptualización de valores impregnados y modificables de la sociedad), actúa sobre diversos vacíos de poder que ejercen una presión desde abajo, legitimando la hegemonía del líder carismático que logre capitalizar las necesidades del momento. En ese sentido, la obra pública y el “embellecimiento” discursivo y arquitectónico de una provincia o ciudad, el sistema de planes sociales y el márketing estadístico, envalentonan el liderazgo de un individuo por sobre una Nación. Pero, como clara arma de doble filo, esa legitimidad también puede ser removida ante incumplimientos varios y legitimando una antítesis de ese factor planificado.

La visión de Gloria Álvarez, en otro orden y momento, se aboca a ideas más generalizadas. En principio caracteriza al populismo como símbolo de las izquierdas, enfocando su ascenso en una manipulación más lineal de las clases pobres.

Con su base en el fracaso de las democracias y el republicanismo, adapta su visión al manejo indiscriminado de un solo líder que se erige por sobre el pueblo atentando incluso contra toda ley, Constitución o medios de comunicación con el único objetivo de hacer “lo que el líder populista quiera”.

La inflación, en la teoría de Álvarez, funcionaría como un aparato generador de más pobreza que dotaría de mucho poder al líder. Menos Educación sería uno de los procedimientos más habituales para asegurar una construcción imprescindible para ese poder.

Para ella, el bienestar del pueblo es imposible, ya que las promesas incumplidas solo les dan la garantía de un progreso rápido y conciso a los funcionarios de gobierno que, mientras el pueblo se empobrece, mejora su calidad de vida y sus lujos.

El autoritarismo de esos gobiernos se manifiesta en el pueblo en su carácter de súbditos y en su ordenamiento social se presentan de manera hegemónica ante plazas repletas de gente.

Gloria Álvarez insiste en que líderes como Perón o Kirchner, “toman una parte de la población y la vuelven el enemigo interno que junto con el enemigo externo (USA) se transforman en lo que los populistas llaman el anti pueblo. En cada discurso el populista busca insertar odio en la sociedad”. [2]

Todo aquello que el populista considere inadecuado será cambiado en nombre del pueblo, mientras que todo aquel que se oponga será claramente catalogado de anti pueblo. Aquí funcionaría el “adoctrinamiento masivo”.

De esta manera, Gloria Álvarez atribuye al pueblo una tipología bastante minimizada para la cual no haría falta una construcción en base a un apuntalamiento desde arriba hacia abajo, sino que este (el pueblo) sería más bien pasivo. Ante la posibilidad de adoctrinamiento, según Álvarez, el pueblo actuaría como hipnotizado ante el carisma de sus líderes.

Tanto una visión como otra permiten vivificar dos cuestiones: la primera es que el líder populista no solo puede pertenecer a un partido de izquierda (también entendido como progresismo), sino que incluso puede ser un dictador, un liberal o bien un falso líder impuesto por el mercado. Y la segunda es que este líder deberá ser, sí o sí, legitimado por el poder popular.

El pensamiento sobre el que se fundamenta Álvarez, difiere de lo establecido por Laclau. Para éste último, la heterogeneidad del líder es indispensable para imponer ideas desde construcciones pensadas en base a un funcionamiento social predeterminado. Una vez entendido ese funcionamiento, se establecen las prioridades y se instaura un plan de ascenso ante el pueblo que, en una última instancia, adherirá paulatinamente a la causa.

Por supuesto que las visiones son distintas, pero ambas entregan al poder popular el dominio de lo Nacional. Sin embargo la visión de Ernesto Laclau se vuelve más científica y flexible a la hora de garantizar la siguiente cuestión: cualquier líder político de la actualidad puede tener en sí mismo la clave de “la razón populista”. Sea por izquierda o por derecha, dictatorial o progresista, de alguna manera la masividad del trabajador medio hacia abajo es la virtud del poder hacia arriba. La concentración de éste se vuelve el aspecto más curioso e indescifrable de esta cuestión a tal punto que la objetividad carece de miradas adeptas. Pero para eso, ya no deberíamos hablar de populismos, sino de un análisis del fenómeno psicosocial.

En definitiva, la mirada de lo que pueda ser el populismo, deberá ser sustentada por el ojo crítico del pueblo, quien es el verdadero termómetro de la sociedad. El populismo no es un hecho aislado ni es negativo. Depende de la forma en que los líderes ejerzan su poder. Hasta el momento, este movimiento no ha podido separarse de lo que en Argentina denominamos “clientelismo político”. Es una tarea pendiente.  









[1] “La razón populista”. Ernesto Laclau Editorial FCE. 2005. Página 266.
[2] “Aprender Volando: Populismo vs República” Gloria Álvarez. https://www.youtube.com/watch?v=MZYEFNMdxG4