“Hubieron tiempos de sol, días en que la calma era el mejor
momento para tomar mate, para reír o para,
simplemente, reflexionar. Hubieron
tiempos en que mi mundo se unía con el tuyo, en dónde votar era el don de
decidir qué camino tomar… Juntos. Hubo un mundo, más allá de nuestras narices,
en que nadie planeaba lo planeado, ni nadie acertaba sobre el vacío…
correspondíamos, éramos, pensábamos y disfrutábamos. Vos y yo… Pero los caminos
se empezaron a oscurecer y el sol comenzó a esconderse. Los días fueron noches
eternas y las noches eternas… Nunca eran buenas. No se podía votar, no se podía
reír, no se podía soñar. Hoy vos estás del otro lado. Y yo estoy encerrado.
Restringido y olvidado. Cansado de no soñar. Cansado de no ver siquiera una
línea del sol que alguna vez nos iluminó. Yo ya no tengo, simplemente, el
derecho a ser. Solamente soy libre en mi pensamiento… Somos muy diferentes… Vos
y yo”… (Anónimo, 1976)
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