domingo, 2 de abril de 2017

Islas Malvinas: la sociedad y Maradona

El final de la guerra de Malvinas dio origen a una serie de movimientos y adhesiones sociales, que se presentaron como un cambia en el paradigma de las mentalidades argentinas. ¿Qué pasó después de la guerra?
Muchos se dedicaron a hacer caso omiso de autocríticas necesarias, otros prefirieron apagar la tele y continuar como si nada y otros accionaron socialmente y de tal forma que produjeron a lo largo del tiempo la concientización nacional sobre el tema. (Aunque exista una minoría incapacitada de entender que nosotros, la sociedad argentina, no éramos una potencia bélica).
En ese contexto de concientización, los ex combatientes empezaron a tener mayor desarrollo de sus vivencias, pero siendo estas complementadas inexcusablemente con una discriminación social. Muchos iban a pedir trabajo y, por el solo hecho de ser un héroe, no lograban insertarse en el sistema.
La misma sociedad que los recibió en un curioso silenciamiento de palabras y visiones, fue la que torció la espalda en general, aunque muchos otros en particular, extendieron sus abrazos y los cobijaron.
Gradualmente la cosa empezó a cambiar. El ex combatiente, el héroe, empezaba a adquirir una posición más concreta dentro de “lo nacional”, pero el problema era otro: había que lidiar con todo lo que se había vivido en la guerra. “Frío, hambre, tortura y muerte”. ¿Cómo se empieza de nuevo?
Cuando la sociedad argentina comenzó a darse cuenta de lo que había pasado (cuando cayó en la cuenta de la desprotección hacia el combatiente) la guerra se transformó en “la causa Malvinas”.
Dentro de ese contexto, la necesidad de una venganza, la bronca generalizada y la impotencia de la desolación, produjeron semejante rencor hacia los ingleses que cualquier excusa era buena para querer superarlos.
 Así llega el mundial de México 86 y, por supuesto, Diego Armando Maradona en quien la sociedad argentina depositaba, no solo ahora la ilusión de un mundial, sino la necesidad de ver derrotado al enemigo más importante de los últimos tiempos.
“Es un partido. No una guerra” dijo Diego en vísperas del partido… Pero minutos antes de salir… Minutos antes de salir… Diego dijo “Estos tipos nos mataron a los pibes… Asique hay que ganar”. El grito fue uniforme y retumbó en todo el vestuario. Argentina salió a la cancha con la bandera en el pecho y el corazón de los héroes en la mano.
Llegó la inequívoca posibilidad de mandarle un mensaje a los reyes de Inglaterra… Con la mano o con el hombro, con las armas o con el fútbol, el partido te lo gano como sea… Y Diego elevó el puño lo más alto que pudo, se elevó por los aires como una metáfora del viento y golpeó con el alma la pelota que caía llovida ante la salida del arquero inglés. Y con el último aliento que le quedaba corrió para gritar… ¡Gol de Argentina!... La primera parte de la venganza, el primer desahogo de una larga espera.
Cualquiera hubiera cerrado el partido ahí. Pero el mensaje había sido claro… “Nos mataron a los pibes”. Y Diego tomó la pelota detrás de la mitad de cancha, en campo argentino, y corrió por la orilla del mundo maravillando a propios y enemigos, llevando en su mano los misiles que fallaron, las ametralladoras que se trabaron y las estacas de la tortura. Corrió más fuerte que el viento con la bomba más inesperada de la guerra… La pelota de fútbol que en sus pies era una y en su hazaña era su trofeo. Dejó a uno, a dos y a tres en el camino y quien sabe a cuanto inglés dormido. Y cuando salió el arquero le hizo pasar la vergüenza de su vida. Lo quisieron tirar y no pudieron, lo quisieron maniatar y fue imposible. Claro. Diego llevaba en la mano el corazón de una sociedad que tenía sed de venganza. Diego quería unir en un solo grito al pueblo argentino. “LAS MALVINAS SON ARGENTINAS”.
Socialmente, los goles de Maradona a los ingleses, no pueden explicarse. No hay explicación que pueda valerse del sentimiento de nacionalidad que produjo ese partido. Ni hay una sensación que vaya mucho más allá, de hasta donde una persona que tenía como sueño ganar un mundial, también cumplió, en un mismo momento, dos sueños para un país. NOS TRAJIMOS EL MUNDIAL Y AL INGLÉS… AL INGLÉS LO PUDIMOS HUMILLAR. Aunque eso no cura las heridas ni representa el dolor de los caídos. Por supuesto. Simplemente representa esa mentalidad del momento, en donde un simple partido produjo el desahogo más importante de una Nación.

La “causa Malvinas” y todos sus héroes, siempre en el recuerdo. 


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