martes, 28 de noviembre de 2017

La mujer y la música: el símbolo global de los cambios en la sociedad.


La lucha de la mujer a través de los tiempos, entramó a su figura en un debate constante. No solo eso, sino que además, por propias voluntades, se abrió paso dentro de las estructuras políticas, sociales y económicas.
Desde el ascenso de la mujer a un mercado de trabajo, mejorando progresivamente sus condiciones sobre todo en el siglo XX, ya nadie pudo discutir su bien ganado lugar. A lo sumo el esbozo machista que se escucha, es un manotazo de ahogado, una sensación de intranquilidad o bien una incomodidad propia de una revalorización constante del sexo femenino.
Increíblemente (y a pesar de los vertiginosos cambios) la mujer se encuentra en un lugar entendido aún como una debilidad. Víctima de los abusos y excesos de la sociedad, muchas veces queda reducida a esa figura, generada incluso desde los mismos movimientos feministas que no reparan en la necesidad de reforzar con más énfasis ese rol y se prestan a juegos mediáticos de poderes económicos que dicen reivindicarla haciendo lo contrario.
Sin embargo, su figura de poder dentro de la sociedad no debe quedar sometida al discurso de aquellos que lucran con esa mirada. Sino que debe ser correctamente apreciada como lo que es: un ser humano que a través de sus propias conquistas ha logrado superar un sistema que no se prestaba al debate, excepto cuando este fue derrotado en su propio terreno.
De esta manera, la mujer se vuelve una realidad del nuevo campo social. Toma las riendas de este inescrupuloso sistema desigual y se presenta como la causa y el efecto de las movilidades sociales.
Tal es así que dentro de un ambiente netamente machista como es el mundo de la música, la feminidad también abrió las aguas y pasó campo abierto las fronteras del debate. Se transformó en una realidad.
A tales efectos, figuras nacionales como Fabiana Cantilo logran causar los mismos efectos en los oídos de un hombre como de una mujer, de un rockero o de un folklorista, reversionando temas que habían quedado en el olvido.
El metal no es caso omiso del asunto. Aquellos grupos como Épica o Delain y Nightwish se suben al podio liderado por la cantante finesa Tarja Turunen que, para sorpresa de quien escribe, presenta un público con mayoría de hombres saltando y pogueando al ritmo de su voz.
Así, el metal (esa música tan representativa de lo masculino) es influido claramente por la figura femenina y por su estética.
Cito a consideración el caso de Tarja Turunen debido a la internacionalidad de la cantante y de su multiplicidad para adaptarse a las distintas épocas. Además, en su último trabajo, presenta un tema sobre violencia de género y esboza en sus conciertos el mismo mensaje: nosotras somos lo suficientemente fuertes como para producir el cambio de nuestras vidas.
Los puentes sociales han sido tendidos, resta por equilibrar las posiciones y elegir las armas de lucha para llevar adelante un mejor entendimiento, una mayor consideración y un mejor progreso como lo que somos: seres humanos.

Por consiguiente, es necesario que el hombre se adecúe al nuevo sistema de competencia y genere el mismo progreso del que hablamos. Pero dentro de este esquema inicial, surge del texto entero una pregunta… ¿Estamos preparados para ese cambio? 


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